ATENCIÓN: SALIDA DEL VUELO DINO123. DESTINO PANTALLA DE PORTÁTIL

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Hola, aquí Lourdes

Hoy he tenido que comprarme un portátil nuevo. El que tenía fue asesinado vilmente ayer por la tarde…

Tengo una oficina en Hong Kong, pero la mayor parte de las veces trabajo desde casa porque me permite maximizar el tiempo que paso con mis hijos, de 2 y 4 años. Creo firmemente en el teletrabajo. Es más, la mayor parte de la gente que trabaja para The Penguin Bag Company son mamis (o papis, que también tenemos uno) que compaginan profesiones y cuidado de sus niños y a quienes trabajar desde casa les permite conciliar y evitar 2 horas diarias de trasporte y tiempos muertos. Creo que si un trabajador es bueno trabaja bien esté donde esté, mientras que si es malo da igual donde lo coloques.

Pero el teletrabajo también tiene sus inconvenientes, al menos para mí. No sé cómo me las ingenio pero mis hijos siempre llegan a casa 5 minutos antes de que acabe de trabajar, independientemente de cómo organice mi jornada. Y precisamente esos 5 minutos acaban siempre con Javi intentando acceder al teclado y Gabriel tirándome de la manga de la chaqueta.

Ayer fue Gabriel, de 2 años, el que llegó 5 minutos antes de lo previsto. Intentó por todos los medios que le hiciera caso mientras yo insistía: espera un momento que en un minuto acabo.

El minuto se convirtió en diez y los diez en veinte, así que Gabriel empezó a perder la paciencia. Me llamaba insistentemente, mientras jugueteaba con el muñeco de goma que le regalaron a Javi por su cumple hace 15 días: un pequeño dinosaurio de 382 gramos (Sí, lo acabo de pesar)

De repente, me giré y vi al dino volando hacia mí. Tras el grito inicial de pánico, tuve los reflejos suficientes como para esquivarlo, pero mi pobre portátil no tiene aún la destreza de quitarse del medio cuando llegan objetos voladores… por lo menos, que yo sepa.

¡Chof! Una muerte rápida, sin mucha complicación, para mi ordenador que acababa de cumplir su primer año. El portátil que dedicó su corta y prolífica vida a The Penguin Bag Company, mi fiel compañero cuando me quedo trabajando hasta las 3 de la mañana, el único ser de la Tierra que sabe lo que hago minuto a minuto.

Obviamente puedo reñir a Gabriel por lanzar objetos, pero no puedo culparle de haberme dejado sin portátil. Asumo mi culpa al 100%. Y os aseguro que, de hoy en adelante, el portátil se cerrará tan pronto como oiga la llave meterse en la cerradura.

La próxima vez, si os encontráis con un post en el blog a medio hacer, podréis estar seguros de que, en Hong Kong, un niño acaba de llegar a casa.

Posted on 28/09/2013 Home 0 1355

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Hoy he tenido que comprarme un portátil nuevo. El que tenía fue asesinado vilmente ayer por la tarde…

Tengo una oficina en Hong Kong, pero la mayor parte de las veces trabajo desde casa porque me permite maximizar el tiempo que paso con mis hijos, de 2 y 4 años. Creo firmemente en el teletrabajo. Es más, la mayor parte de la gente que trabaja para The Penguin Bag Company son mamis (o papis, que también tenemos uno) que compaginan profesiones y cuidado de sus niños y a quienes trabajar desde casa les permite conciliar y evitar 2 horas diarias de trasporte y tiempos muertos. Creo que si un trabajador es bueno trabaja bien esté donde esté, mientras que si es malo da igual donde lo coloques.

Pero el teletrabajo también tiene sus inconvenientes, al menos para mí. No sé cómo me las ingenio pero mis hijos siempre llegan a casa 5 minutos antes de que acabe de trabajar, independientemente de cómo organice mi jornada. Y precisamente esos 5 minutos acaban siempre con Javi intentando acceder al teclado y Gabriel tirándome de la manga de la chaqueta.

Ayer fue Gabriel, de 2 años, el que llegó 5 minutos antes de lo previsto. Intentó por todos los medios que le hiciera caso mientras yo insistía: espera un momento que en un minuto acabo.

El minuto se convirtió en diez y los diez en veinte, así que Gabriel empezó a perder la paciencia. Me llamaba insistentemente, mientras jugueteaba con el muñeco de goma que le regalaron a Javi por su cumple hace 15 días: un pequeño dinosaurio de 382 gramos (Sí, lo acabo de pesar)

De repente, me giré y vi al dino volando hacia mí. Tras el grito inicial de pánico, tuve los reflejos suficientes como para esquivarlo, pero mi pobre portátil no tiene aún la destreza de quitarse del medio cuando llegan objetos voladores… por lo menos, que yo sepa.

¡Chof! Una muerte rápida, sin mucha complicación, para mi ordenador que acababa de cumplir su primer año. El portátil que dedicó su corta y prolífica vida a The Penguin Bag Company, mi fiel compañero cuando me quedo trabajando hasta las 3 de la mañana, el único ser de la Tierra que sabe lo que hago minuto a minuto.

Obviamente puedo reñir a Gabriel por lanzar objetos, pero no puedo culparle de haberme dejado sin portátil. Asumo mi culpa al 100%. Y os aseguro que, de hoy en adelante, el portátil se cerrará tan pronto como oiga la llave meterse en la cerradura.

La próxima vez, si os encontráis con un post en el blog a medio hacer, podréis estar seguros de que, en Hong Kong, un niño acaba de llegar a casa.

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