El Ratón Pérez se equivocó

El Ratón Pérez se equivocó

Son más o menos las 3 de la mañana cuando una luz intensa me alumbra el ojo derecho. Esta vez no pienso que me estoy muriendo y subiendo al cielo porque ya tengo experiencia en el tema. A mi hija le gusta eso de coger la linterna del móvil y colocártela a medio centímetro del ojo mientras te abre el párpado. Así que con la pupila reducida a mínimos insospechados conseguí decir:

- ¿Qué pasa?

- ¿Se te ha caído un diente? – me pregunta mi hija pequeña.

- ¿Es una pregunta o una afirmación?- me contabilizo los dientes en dos nanosegundos con la lengua pensado que igual se ha encontrado un diente mío en la almohada.

-¿Qué es una afirmación? – pregunta - ¿Se te ha caído un diente, Mamá?- insiste.

- No, no se me ha caído un diente, ¿por qué?

-¿Y a Papá? ¿Se le ha caído un diente? Voy a preguntárselo.

Por un segundo pensé que sí, que le pusiera a Papá la linterna del móvil en el ojo derecho y así yo podía ver la reacción y reírme un rato, incluso podía grabarlo y subirlo a YouTube y convertirnos en virales. Le puse título mentalmente y todo. El vídeo se titulaba ¡Despierta, Papiiiiii!

Pero como en el fondo soy buena le digo a mi hija:
-No, Cielo. Deja a Papá en paz que ya le despierto yo.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué quieres saber si se nos ha caído un diente?

- Porque el Ratoncito Pérez está en mi habitación y a nosotras no se nos ha caído.

- ¿Que el Ratoncito Pérez está en tu habitación? ¿Y cómo ha entrado?

- Pues por la puerta que nos regaló Vanessa la semana pasada, Mamá.

¡Ay, sí! Es cierto. Nuestra amiga Vanessa nos regaló una preciosa puerta del Ratón Pérez hecha por ella misma y la colocamos en el cuarto de las niñas.

-Vamos a verlo- le dije, pensando que seguramente lo habría soñado.

Pero no, no lo había soñado. Cuando llego a la habitación, veo que tienen al Ratón en una caja.

-¡Ahhh! ¡Qué asco! –grito. Era un ratoncillo pequeño, como de campo.

-Asco ¿Por qué, Mamá? Si es el Ratón Pérez – me contesta mi hija – Sr. Pérez, perdone a mi Mamá. Es que ella nunca le había visto a usted antes y por eso está un poco asustada.

-Cariño, lo primero que vamos a hacer es dejar al Ratón Pérez en la jardinera de la ventana para que se vaya y luego vas a ir a lavarte las manos.

-Mamá, el Sr. Pérez no puede irse por la ventana porque ha entrado por la puerta y por la puerta se tendrá que marchar. Pero hay un problema, cuando abro la puerta, no hay un agujero en la pared y el pobre Sr. Pérez no se puede ir.

Estoy muy preocupada porque seguro que hay muchos niños esperando a que el Ratón vaya a recoger sus dientes.

 

-Creo que si le dejamos en la ventana, va a poder marcharse e ir a casa de otros niños.

-¿No lo entiendes, Mamá? Tiene que marcharse por la puerta mágica, si no no va a funcionar. No aparecerá en otra puerta mágica.

- Pues si nuestra puerta no tiene agujero en la pared, Cariño, no sé cómo habrá entrado por ella.

-Pues, Mamá, porque es mágica, pero la magia se ha roto. Algo le ha pasado y ahora el Ratón no puede volver.

-Mamá, tienes que llamar a Vanessa y decirle que su puerta ha fallado. Ni siquiera teníamos un diente aquí.

- ¿A las tres de la mañana, hija? No es posible.

- Pues será tu culpa que todos los niños que se queden hoy sin sus regalos – y se pone a llorar como una desconsolada.

- Cojo el teléfono y marco “mágicamente” el número de Vanessa y le digo:

- Hola Vanessa, perdona que te moleste a estas horas, pero creemos que la puerta que nos regalaste el otro día está defectuosa. El Ratón Pérez ha conseguido entrar por ella, pero ahora la pared no tiene agujero mágico y está aquí porque no puede marcharse.

- ¡Ahhhh! ¿Qué me dices, Vanessa? ¿Que tienes a la esposa del Ratón Pérez en tu puerta preocupada porque todavía no había vuelto? Ya…. Y que tu pared tiene agujero, pues que no se mueva que voy ahora mismo para tu casa y te llevo al Ratón Pérez.

 

Con mucho cuidado, mi hija le puso una mantita al ratón encima para que no se enfriara y yo cogí la caja al borde del ataque de nervios y me la llevé a casa de Vanessa donde el Sr. Pérez pudo salir por el agujero mágico en compañía de su esposa a recoger más dientes de otros niños.

 

Desde entonces, dormimos con las ventanas cerradas.

 

Posted on 25/09/2016 Home, Pingüineando/ Penguin..., Últimos post 0 3181

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Son más o menos las 3 de la mañana cuando una luz intensa me alumbra el ojo derecho. Esta vez no pienso que me estoy muriendo y subiendo al cielo porque ya tengo experiencia en el tema. A mi hija le gusta eso de coger la linterna del móvil y colocártela a medio centímetro del ojo mientras te abre el párpado. Así que con la pupila reducida a mínimos insospechados conseguí decir:

- ¿Qué pasa?

- ¿Se te ha caído un diente? – me pregunta mi hija pequeña.

- ¿Es una pregunta o una afirmación?- me contabilizo los dientes en dos nanosegundos con la lengua pensado que igual se ha encontrado un diente mío en la almohada.

-¿Qué es una afirmación? – pregunta - ¿Se te ha caído un diente, Mamá?- insiste.

- No, no se me ha caído un diente, ¿por qué?

-¿Y a Papá? ¿Se le ha caído un diente? Voy a preguntárselo.

Por un segundo pensé que sí, que le pusiera a Papá la linterna del móvil en el ojo derecho y así yo podía ver la reacción y reírme un rato, incluso podía grabarlo y subirlo a YouTube y convertirnos en virales. Le puse título mentalmente y todo. El vídeo se titulaba ¡Despierta, Papiiiiii!

Pero como en el fondo soy buena le digo a mi hija:
-No, Cielo. Deja a Papá en paz que ya le despierto yo.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué quieres saber si se nos ha caído un diente?

- Porque el Ratoncito Pérez está en mi habitación y a nosotras no se nos ha caído.

- ¿Que el Ratoncito Pérez está en tu habitación? ¿Y cómo ha entrado?

- Pues por la puerta que nos regaló Vanessa la semana pasada, Mamá.

¡Ay, sí! Es cierto. Nuestra amiga Vanessa nos regaló una preciosa puerta del Ratón Pérez hecha por ella misma y la colocamos en el cuarto de las niñas.

-Vamos a verlo- le dije, pensando que seguramente lo habría soñado.

Pero no, no lo había soñado. Cuando llego a la habitación, veo que tienen al Ratón en una caja.

-¡Ahhh! ¡Qué asco! –grito. Era un ratoncillo pequeño, como de campo.

-Asco ¿Por qué, Mamá? Si es el Ratón Pérez – me contesta mi hija – Sr. Pérez, perdone a mi Mamá. Es que ella nunca le había visto a usted antes y por eso está un poco asustada.

-Cariño, lo primero que vamos a hacer es dejar al Ratón Pérez en la jardinera de la ventana para que se vaya y luego vas a ir a lavarte las manos.

-Mamá, el Sr. Pérez no puede irse por la ventana porque ha entrado por la puerta y por la puerta se tendrá que marchar. Pero hay un problema, cuando abro la puerta, no hay un agujero en la pared y el pobre Sr. Pérez no se puede ir.

Estoy muy preocupada porque seguro que hay muchos niños esperando a que el Ratón vaya a recoger sus dientes.

 

-Creo que si le dejamos en la ventana, va a poder marcharse e ir a casa de otros niños.

-¿No lo entiendes, Mamá? Tiene que marcharse por la puerta mágica, si no no va a funcionar. No aparecerá en otra puerta mágica.

- Pues si nuestra puerta no tiene agujero en la pared, Cariño, no sé cómo habrá entrado por ella.

-Pues, Mamá, porque es mágica, pero la magia se ha roto. Algo le ha pasado y ahora el Ratón no puede volver.

-Mamá, tienes que llamar a Vanessa y decirle que su puerta ha fallado. Ni siquiera teníamos un diente aquí.

- ¿A las tres de la mañana, hija? No es posible.

- Pues será tu culpa que todos los niños que se queden hoy sin sus regalos – y se pone a llorar como una desconsolada.

- Cojo el teléfono y marco “mágicamente” el número de Vanessa y le digo:

- Hola Vanessa, perdona que te moleste a estas horas, pero creemos que la puerta que nos regalaste el otro día está defectuosa. El Ratón Pérez ha conseguido entrar por ella, pero ahora la pared no tiene agujero mágico y está aquí porque no puede marcharse.

- ¡Ahhhh! ¿Qué me dices, Vanessa? ¿Que tienes a la esposa del Ratón Pérez en tu puerta preocupada porque todavía no había vuelto? Ya…. Y que tu pared tiene agujero, pues que no se mueva que voy ahora mismo para tu casa y te llevo al Ratón Pérez.

 

Con mucho cuidado, mi hija le puso una mantita al ratón encima para que no se enfriara y yo cogí la caja al borde del ataque de nervios y me la llevé a casa de Vanessa donde el Sr. Pérez pudo salir por el agujero mágico en compañía de su esposa a recoger más dientes de otros niños.

 

Desde entonces, dormimos con las ventanas cerradas.

 

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