
Nuestro viaje a Colonia
-No llegará el stand hasta el lunes por la noche y la feria empieza el jueves. No nos da tiempo a mandarlo por mensajería hasta Alemania- me comenta mi compi María.
-Vaya, pues tenemos un problema, porque esta es la feria europea más fuerte para nuestros Sacos Pingüino – le contesto
- Gordo – me dice ella.
- ¡Uff! Pues no podemos quedarnos sin stand, así que algo vamos a tener que hacer.
Cojo el móvil y pongo en Google Maps: de Gijón a Colonia que es donde se celebra la feria.
Resultado: 15 horas y 16 minutos. Bueno, supongo que en furgoneta un poco más: digamos 16 horas. Si lo dividimos en dos días, son 8 horas diarias.
¡Umhhh! Incluso si salimos mañana a las 5 de la mañana podemos parar en París e ir a Disneyland y llegar el jueves a tiempo para poder montar todo.
El asunto se va poniendo más y más interesante en mi cabeza. Tengo que convencer a María como sea de alquilar una furgoneta e irnos para allá.
Además, Cari está en casa esta semana, así que esto va a ser una escapada a la aventura.
- María, y si alquilamos una furgoneta, ¿seríamos capaces de llegar hasta allí?
- ¿Estás loca? Son como 1.700 kilómetros.
- Exactamente 1.672 kilómetros, pero si los dividimos en dos días no es tanto. Tampoco tenemos muchas opciones, María. Mejor no nos lo pensamos mucho y nos ponemos manos a la obra.
- Sé que me voy a arrepentir de decirte esto, pero vale. No veo otra opción factible.
¡Colonia, allá vamos!! Ya nos veo a las dos en nuestra furgoneta cargada hasta los topes, con los pies en el salpicadero y cantando como locas Bon Jovi. Voy a pedir una que tenga radio aficionado para ir hablando con los compañeros de la carretera.
Es miércoles y son las 4 y media de la mañana. María y yo vamos a la nave donde tenemos el stand para que nos lo carguen y a las 5 en punto nos ponemos en ruta para Colonia.
Cuando ya estamos a la altura de Bilbao, cojo la radio y digo:
- Compañeros del asfalto, aquí Raffaella Carrá y Tina Turner de camino a Colonia. ¿Alguien por ahí que nos copie?
- Aquí el Boss, camino de Irún. ¿Quién conduce, Raffaella o Tina?
- Raffaella, al volante. Tina, al aparato y al mando de los mapas, querido Boss.
- Dile a Raffaella que en Burdeos hay un desvío por obras. Debéis ir dirección Limoges y después volver a coger la autopista hacia París.
- Oído, compañero. Gracias por la info.
Y así lo hacemos. Nos desviamos, tal y como nos dice el Boss. Resulta un poco complicado seguir las indicaciones pero, poco a poco, vamos avanzando.
Llevamos ya 8 horas en el coche y empezamos a estar un poco cansadas. Hemos cogido muchas carreteras secundarias y muchos desvíos.
- Mira, allí ya se ve una gran ciudad – le digo a María. Debe ser París. ¿Qué te parece si paramos en Disneyland y lo vemos?
- Pues, no sé. Casi me apetece más ver la Torre Eiffel.
- Bueno, pues como quieras, a mí también me apetece pasear un poco por París. Podemos hacer noche en un hotelito que encontremos por internet, visitar el Louvre, cenar algo rico y…
- Según estoy diciendo esto, María me coge el brazo para llamar mi atención.
La veo que está con la boca abierta, miro el cartel que me está señalado y leo:
Benvinguts al Principat d’Andorra
¡Ay, Virgen Santa! Nos hemos perdido y hemos estado conduciendo en la dirección equivocada durante más de 5 horas.
¡Menudo disgusto! Ni Torre Eiffel, ni Disneyland Paris, ni Louvre, ni nada de nada.
De repente, siento de nuevo la mano de María sobre mi hombro. Me dice:
-Despierta, despierta. Ya hemos aterrizado. Llevas durmiendo a pierna suelta desde que despegamos de Madrid. No te has ni enterado de las turbulencias.
Cojo aire. Ha sido todo un sueño. Aún es lunes y ya estamos en Colonia. El stand ha llegado hace días y todavía tenemos un par de jornadas de margen para dejarlo todo listo.
¡Con lo mucho que prometía nuestra estancia a medias en París! Queda apuntado itinerario y plan para el viaje a Colonia del año que viene.