Las Elecciones

Las Elecciones

Me llega un mensaje de WhatsApp de mi cuñado:

-        Me presento a las elecciones para Rector de la Universidad.

Respondo:

-        Ah, ¡qué bien!

-        Necesito que me organices una cena.

-        ¿Cuantas personas?

-        Sobre 50.

-        Chupado.

Ayyyyy, ya me estoy viendo de Primera Dama en funciones del Rectorado.

Lo primero que me viene en mente es comprarme un sombrerito tipo Jackie Kennedy con abriguito a juego para la investidura.

 Llamo a Cari y le cuento que me presento a Primera Dama en funciones del Rectorado.

-¿Y eso exactamente qué es?

-Pues, ¿qué va a ser? Que el cuñado se presenta a Rector. Ay, ¡qué listo es!

-Y ¿qué tienes tu que ver con todo este asunto?

-Le voy a preparar una cena con los medios de comunicación para presentar su candidatura.

- ¿Tu no tienes bastante con 3 hijos y un trabajo?

- Sí Cari, pero esto es para convertirme en Primera Dama Rectora, entiéndelo.

- Vale. Dime qué día me tengo que ocupar de los niños para que lo organices todo.

- Ninguno, vamos a llevar a los niños a posar en las fotos de los periodistas, para dar un aire de familia feliz.

-¿Vas a decir que los hijos son suyos? Serás capaz.

- No hombre, voy a decir que son sus amadísimos sobrinos.

Preparé el evento: una cosa bastante informal, tipo tapeo de pie, regado con buen vino.

Estaba allí la flor y nata de la Universidad y todos los periodistas de los periódicos importantes de nuestra amada provincia.

Yo, como os podéis imaginar, me ponía junto a mi cuñado para salir en todas las fotos. Éramos la pareja perfecta, Rector y Rectora.

Uno de los periodistas preguntó, ¿cómo se llama su esposa?

A lo que mi cuñado contestó:  No es mi esposa, es mi cuñada.

Inmediatamente, no sé ni cómo, el periodista me dijo:

 -Disculpe, ¿le importaría que le hiciéramos una foto a él solo?

¿A él solo? – pensé-  ¿Y perder todo mi protagonismo de Primera Dama en funciones del Rectorado? Ni hablar.

Tengo que deshacerme de ese periodista como sea. Es el único, de momento, que se ha enterado que no soy la mujer de mi cuñado.

 Voy a la cocina y saco polvos laxantes, bastantes, 6 sobres. Los pongo en un cuenco con la idea de echarlos en una copa de vino y dárselo al periodista.

En ese momento viene uno de los camareros y me avisa de que mi hija pequeña está haciéndose pis al lado de mi cuñado que en ese preciso instante estaba dando el discurso de presentación de su candidatura.

Esta niña tiene una fijación enfermiza por hacerse pis en público que no es normal. Disimuladamente llego a la altura de la niña, la cojo y la saco de la escena política. Me la llevo rápidamente, le pido a uno de los camareros que, por favor, me limpie todo y voy al cuarto a cambiarla.

Consigo volver corriendo a la cocina para seguir con mi plan de deshacerme del periodista pero no encuentro el laxante por ninguna parte.

Le pregunto a uno de los camareros que dónde estaba el plato que había dejado yo allí y me contesta:

-Ah sí, el plato con el azúcar, lo ha echado mi compañero al cóctel con el que van a brindar por el discurso del candidato.

Voy corriendo al salón que pierdo el postizo del moño.

Están bebiendo el cóctel, a mi cuñado se lo están sirviendo en ese preciso momento.

Alargo una pierna y doy un salto pantera en la jungla abalanzándome sobre el camarero.

Consigo tirarle al suelo con la jarra del cóctel incluida, que ya estaba casi vacía.

El camarero y yo caemos al suelo y el Rector actual dice:

-Ahora la recuerdo. Usted es la cuñada “duende” del candidato, sigue usted amenizando las fiestas como nadie. Dejó usted el pabellón muy alto en la última fiesta de navidad. Desde luego hacen ustedes una pareja de lo más peculiar.

Desde el suelo le digo a mi cuñado:

-No me preguntes cómo, pero le han echado laxante al cóctel por error. Te acabo de salvar la vida, así que no me riñas por el empujón al camarero.

Miro hacia arriba y el reportero dicharachero, que resultó ser abstemio, me estaba haciendo una foto tirada en el suelo encima del camarero.

Me levanté con el impulso que sólo pensar que podía perder mi puesto de Primera Dama en funciones del Rectorado me podía dar, le quité la cámara de las manos y borré las fotos.

Me estiré el vestido y muy dignamente le dije:

-En esta casa tenemos una seria política de privacidad, que usted no puede ignorar. Y le devolví la cámara.

Acto seguido comencé a quitarle las copas de las manos a todos los comensales, bastante a tiempo debo decir. Creo que sólo 5 o 6 se habían bebido la copa entera.

Perdón, perdón, ha habido un error, y el cóctel tiene un ingrediente equivocado. Gracias, gracias, ahora les traemos otra.

Salvé bastante bien la situación. De hecho sólo vi a 3 personas entrar como alma que lleva el diablo al baño, y no creo que hayan podido asociar tan rápidamente el cóctel con su diarrea.

Mañana es la investidura del nuevo Rector. En esta ocasión no voy a poder cumplir mi sueño de ser La Primera Dama en funciones del Rectorado, pero ya tengo las miras puestas en las próximas elecciones dentro de 4 años.

Posted on 02/05/2016 Home, Pingüineando/ Penguin... 0 1343

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-        Me presento a las elecciones para Rector de la Universidad.

Respondo:

-        Ah, ¡qué bien!

-        Necesito que me organices una cena.

-        ¿Cuantas personas?

-        Sobre 50.

-        Chupado.

Ayyyyy, ya me estoy viendo de Primera Dama en funciones del Rectorado.

Lo primero que me viene en mente es comprarme un sombrerito tipo Jackie Kennedy con abriguito a juego para la investidura.

 Llamo a Cari y le cuento que me presento a Primera Dama en funciones del Rectorado.

-¿Y eso exactamente qué es?

-Pues, ¿qué va a ser? Que el cuñado se presenta a Rector. Ay, ¡qué listo es!

-Y ¿qué tienes tu que ver con todo este asunto?

-Le voy a preparar una cena con los medios de comunicación para presentar su candidatura.

- ¿Tu no tienes bastante con 3 hijos y un trabajo?

- Sí Cari, pero esto es para convertirme en Primera Dama Rectora, entiéndelo.

- Vale. Dime qué día me tengo que ocupar de los niños para que lo organices todo.

- Ninguno, vamos a llevar a los niños a posar en las fotos de los periodistas, para dar un aire de familia feliz.

-¿Vas a decir que los hijos son suyos? Serás capaz.

- No hombre, voy a decir que son sus amadísimos sobrinos.

Preparé el evento: una cosa bastante informal, tipo tapeo de pie, regado con buen vino.

Estaba allí la flor y nata de la Universidad y todos los periodistas de los periódicos importantes de nuestra amada provincia.

Yo, como os podéis imaginar, me ponía junto a mi cuñado para salir en todas las fotos. Éramos la pareja perfecta, Rector y Rectora.

Uno de los periodistas preguntó, ¿cómo se llama su esposa?

A lo que mi cuñado contestó:  No es mi esposa, es mi cuñada.

Inmediatamente, no sé ni cómo, el periodista me dijo:

 -Disculpe, ¿le importaría que le hiciéramos una foto a él solo?

¿A él solo? – pensé-  ¿Y perder todo mi protagonismo de Primera Dama en funciones del Rectorado? Ni hablar.

Tengo que deshacerme de ese periodista como sea. Es el único, de momento, que se ha enterado que no soy la mujer de mi cuñado.

 Voy a la cocina y saco polvos laxantes, bastantes, 6 sobres. Los pongo en un cuenco con la idea de echarlos en una copa de vino y dárselo al periodista.

En ese momento viene uno de los camareros y me avisa de que mi hija pequeña está haciéndose pis al lado de mi cuñado que en ese preciso instante estaba dando el discurso de presentación de su candidatura.

Esta niña tiene una fijación enfermiza por hacerse pis en público que no es normal. Disimuladamente llego a la altura de la niña, la cojo y la saco de la escena política. Me la llevo rápidamente, le pido a uno de los camareros que, por favor, me limpie todo y voy al cuarto a cambiarla.

Consigo volver corriendo a la cocina para seguir con mi plan de deshacerme del periodista pero no encuentro el laxante por ninguna parte.

Le pregunto a uno de los camareros que dónde estaba el plato que había dejado yo allí y me contesta:

-Ah sí, el plato con el azúcar, lo ha echado mi compañero al cóctel con el que van a brindar por el discurso del candidato.

Voy corriendo al salón que pierdo el postizo del moño.

Están bebiendo el cóctel, a mi cuñado se lo están sirviendo en ese preciso momento.

Alargo una pierna y doy un salto pantera en la jungla abalanzándome sobre el camarero.

Consigo tirarle al suelo con la jarra del cóctel incluida, que ya estaba casi vacía.

El camarero y yo caemos al suelo y el Rector actual dice:

-Ahora la recuerdo. Usted es la cuñada “duende” del candidato, sigue usted amenizando las fiestas como nadie. Dejó usted el pabellón muy alto en la última fiesta de navidad. Desde luego hacen ustedes una pareja de lo más peculiar.

Desde el suelo le digo a mi cuñado:

-No me preguntes cómo, pero le han echado laxante al cóctel por error. Te acabo de salvar la vida, así que no me riñas por el empujón al camarero.

Miro hacia arriba y el reportero dicharachero, que resultó ser abstemio, me estaba haciendo una foto tirada en el suelo encima del camarero.

Me levanté con el impulso que sólo pensar que podía perder mi puesto de Primera Dama en funciones del Rectorado me podía dar, le quité la cámara de las manos y borré las fotos.

Me estiré el vestido y muy dignamente le dije:

-En esta casa tenemos una seria política de privacidad, que usted no puede ignorar. Y le devolví la cámara.

Acto seguido comencé a quitarle las copas de las manos a todos los comensales, bastante a tiempo debo decir. Creo que sólo 5 o 6 se habían bebido la copa entera.

Perdón, perdón, ha habido un error, y el cóctel tiene un ingrediente equivocado. Gracias, gracias, ahora les traemos otra.

Salvé bastante bien la situación. De hecho sólo vi a 3 personas entrar como alma que lleva el diablo al baño, y no creo que hayan podido asociar tan rápidamente el cóctel con su diarrea.

Mañana es la investidura del nuevo Rector. En esta ocasión no voy a poder cumplir mi sueño de ser La Primera Dama en funciones del Rectorado, pero ya tengo las miras puestas en las próximas elecciones dentro de 4 años.

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