El tinte

El tinte

A veces nacemos dotados con unos dones un poco raros.

 

Yo tengo el don de Hágaselo usted mismo. Me lo hago todo, desde un edredón, hasta poner un grifo.

Así que, siendo dueña de este súper poder, pensé: Me voy a teñir yo el pelo porque esto lo veo yo en la pelu y está chupado. No tiene más misterio que comprar el tinte, ponérselo con el pincelito y esperar 40 minutos.

 

Me informé, me vi todos los tutoriales de Pinterest habidos y por haber, me estudié la paleta de colores, las marcas del mercado, fui a tiendas profesionales y, al final, me decidí por el castaño claro caoba de otoño. Compré dos packs porque tengo una melena muy larga.

 

   Me puse el tinte, no manché nada por delante pero cuando mi di la vuelta el suelo estaba lleno de pegotones que ya se habían secado y, bueno, ha quedado a lunares.

 

Esperé los 40 minutos de rigor y me lo quité. El resultado, satisfactorio. Todo por igual, cosa importante, pero el castaño claro era negro. Me quedaba fatal, me echaba 10 años encima.

 

Fui a la parada del autobús a recoger a los niños y las mamás me miraban como diciendo Pero esta ¿qué se ha hecho en el pelo? Ay, por Dios, estoy fatal. Mi hija pequeña se puso a llorar del susto en cuanto se bajó del autobús y me dijo: No me gusta tu pelo negro.

Pensé, bueno si me lo lavo mucho se caerá. Pues no, no se cae, me lo lavé 6 veces la misma tarde y aquello seguía negro como el carbón.

 

Volví a buscar todos los tutoriales sobre cómo quitarse el tinte, miles de tutoriales con propuestas de lo más disparatadas: desde echarse agua oxigenada, a lejía, que hay gente que se hace cualquier cosa, la verdad.

De entre todo aquel abanico de posibilidades, escogí el que me pareció menos agresivo que era lavarse el pelo con detergente de la ropa.

 

Así que, al día siguiente, cogí el detergente de la ropa y me dispuse a lavarme el pelo.

Me di 3 jabones para no quedarme corta. El agua del aclarado salía negro, yo ya me sentía feliz sólo de pensar que el pelo había recuperado su color otra vez. El tercer jabón no pude casi dármelo porque el pelo se me fue quedando como sin grasa. Me hacía ese ruido que hacen los platos en el anuncio de Fairy, pues igual.

 

Cuando salí de la ducha, tenía una alergia tremenda por todo el cuerpo -del jabón, claro- pero lo mejor es que me miro y tengo el pelo blanquecino azul. ¡Ay ,mi madre! Por no hablar que mi melena lisa se había convertido en un estropajo Nanas. Como si llevara el pelo frito, igual.

 

Llamo a mi madre y le digo:

-Mamá, me he lavado el pelo con detergente de la ropa y se me ha quedado lleno de nudos que no puedo deshacer y de color azul.

-A ver, espera, que me he quedado en la parte del detergente.

-Que me he lavado el pelo con detergente para la ropa.

-¿Marca?

-¡Qué más dará la marca, Mamá!

-Pues da porque si tiene poli fosfatos, te habrá destrozado la queratina del pelo.

¡Adiós! Mi madre es como Llongueras y yo sin saberlo.

-Mamá, ¿puedes venir y ayudarme a desenredármelo, por favor?

-No te lo toques. En 20 minutos estoy allí.

 

Mientras venía, obediente y paciente como soy,  se me ocurrió que si me echaba suavizante para la ropa seguramente ayudaría ya que lo dejaría todo más suave al igual que hace con la ropa y así podría desenmarañar ese nido de pelo que tenía.

Fui a la cocina, cogí el suavizante -sólo tenía el olor a flor primavera- y me lo eché por todo el pelo.

Conseguí desenredar un mechón de delante, pero según lo peinaba mi pelo se estiraba como chicle.

Empecé a notar un calor en la parte de las cervicales que casi vomito, un vahído me iba y otro me venía. Me puse a llorar.

Llega mi madre y me encuentra como María Magdalena, llorando a todo meter.

-Mamáaaa aaaaaaahhh, ¡Mira que desastre! Me he destrozado el pelo.

-Pero y esa pasta rosa que tienes en el pelo, ¿qué es?

-Suavizante de la ropa.

-Tú tienes graves problemas de hiperactividad, ¿no te dije que te estuvieras quieta?

-Mamaaaaá, no me riñas que me voy a quedar calva. Sigo llorando.

-A ver, quítate el suavizante.

Me lo quito, y empieza a peinarme el pelo hacia atrás, con un cuidado exquisito, se estiraba kilómetros.

Consigue, con mucho trabajo, ponerme todo el pelo más o menos junto y empieza a secármelo.

Según me lo seca, me lo cepilla y la veo que, de repente, se queda como sin sangre, quieta sin moverse sujetándome la coleta.

Me giro para decirle: Pero Mamá, ¿te pasa algo?

Mi cabeza se giró completamente pero mi coleta no la acompañaba, seguía en la mano de mi madre, que tenía los ojos que se le salían de las órbitas.

Se había quedado con todo el pelo en la mano, mi preciosa melena. ¡Dios mííooooo, mi posesión más preciada!

Me pongo a gritar y mi madre del susto grita también. Entra Cari en el baño y nos encuentra a mi madre con mi coleta en la mano y a mi, sin pelo, gritando y saltando como dos locas.

-¿Qué has hecho?- me pregunta.

Vamos a analizar la situación, la que tiene la coleta en la mano es mi madre y me pregunta a mí que qué he hecho. ¡Qué bien me conoce mi Cari!

-Que me he teñido el pelo, se me quedó negro y entonces me lo lavé con detergente y le eché suavizante para la ropa. Al secarlo se desintegró.

-Todo eso lo habrás visto en Pinterest, ¿verdad?

-Sí.

-Lo que os faltaba a la gente como tú era Pinterest. Pues nada, hazte una foto y súbela a Pinterest, te doy yo el título: Desintegración capilar azul.

- ¿Tan fea estoy?

- No cariño. Tu nunca podrás estar fea, estás… desfavorecida. El azul nunca ha sido tu color.

Tuve que ir a la peluquería, contar lo sucedido y me hicieron un peinado corto súper-chulo y un tinte maravilloso.

Ya sabéis, los profesionales están para algo.

Posted on 20/03/2016 Home 0 1572

Leave a CommentLeave a Reply

You must be logged in to post a comment.

Buscar

Categorías

Anterior
Siguiente
El tinte - Saco Pingüino. Pijamas para dormir calentitos toda la noche. Blog js_def
El tinte

El tinte

A veces nacemos dotados con unos dones un poco raros.

 

Yo tengo el don de Hágaselo usted mismo. Me lo hago todo, desde un edredón, hasta poner un grifo.

Así que, siendo dueña de este súper poder, pensé: Me voy a teñir yo el pelo porque esto lo veo yo en la pelu y está chupado. No tiene más misterio que comprar el tinte, ponérselo con el pincelito y esperar 40 minutos.

 

Me informé, me vi todos los tutoriales de Pinterest habidos y por haber, me estudié la paleta de colores, las marcas del mercado, fui a tiendas profesionales y, al final, me decidí por el castaño claro caoba de otoño. Compré dos packs porque tengo una melena muy larga.

 

   Me puse el tinte, no manché nada por delante pero cuando mi di la vuelta el suelo estaba lleno de pegotones que ya se habían secado y, bueno, ha quedado a lunares.

 

Esperé los 40 minutos de rigor y me lo quité. El resultado, satisfactorio. Todo por igual, cosa importante, pero el castaño claro era negro. Me quedaba fatal, me echaba 10 años encima.

 

Fui a la parada del autobús a recoger a los niños y las mamás me miraban como diciendo Pero esta ¿qué se ha hecho en el pelo? Ay, por Dios, estoy fatal. Mi hija pequeña se puso a llorar del susto en cuanto se bajó del autobús y me dijo: No me gusta tu pelo negro.

Pensé, bueno si me lo lavo mucho se caerá. Pues no, no se cae, me lo lavé 6 veces la misma tarde y aquello seguía negro como el carbón.

 

Volví a buscar todos los tutoriales sobre cómo quitarse el tinte, miles de tutoriales con propuestas de lo más disparatadas: desde echarse agua oxigenada, a lejía, que hay gente que se hace cualquier cosa, la verdad.

De entre todo aquel abanico de posibilidades, escogí el que me pareció menos agresivo que era lavarse el pelo con detergente de la ropa.

 

Así que, al día siguiente, cogí el detergente de la ropa y me dispuse a lavarme el pelo.

Me di 3 jabones para no quedarme corta. El agua del aclarado salía negro, yo ya me sentía feliz sólo de pensar que el pelo había recuperado su color otra vez. El tercer jabón no pude casi dármelo porque el pelo se me fue quedando como sin grasa. Me hacía ese ruido que hacen los platos en el anuncio de Fairy, pues igual.

 

Cuando salí de la ducha, tenía una alergia tremenda por todo el cuerpo -del jabón, claro- pero lo mejor es que me miro y tengo el pelo blanquecino azul. ¡Ay ,mi madre! Por no hablar que mi melena lisa se había convertido en un estropajo Nanas. Como si llevara el pelo frito, igual.

 

Llamo a mi madre y le digo:

-Mamá, me he lavado el pelo con detergente de la ropa y se me ha quedado lleno de nudos que no puedo deshacer y de color azul.

-A ver, espera, que me he quedado en la parte del detergente.

-Que me he lavado el pelo con detergente para la ropa.

-¿Marca?

-¡Qué más dará la marca, Mamá!

-Pues da porque si tiene poli fosfatos, te habrá destrozado la queratina del pelo.

¡Adiós! Mi madre es como Llongueras y yo sin saberlo.

-Mamá, ¿puedes venir y ayudarme a desenredármelo, por favor?

-No te lo toques. En 20 minutos estoy allí.

 

Mientras venía, obediente y paciente como soy,  se me ocurrió que si me echaba suavizante para la ropa seguramente ayudaría ya que lo dejaría todo más suave al igual que hace con la ropa y así podría desenmarañar ese nido de pelo que tenía.

Fui a la cocina, cogí el suavizante -sólo tenía el olor a flor primavera- y me lo eché por todo el pelo.

Conseguí desenredar un mechón de delante, pero según lo peinaba mi pelo se estiraba como chicle.

Empecé a notar un calor en la parte de las cervicales que casi vomito, un vahído me iba y otro me venía. Me puse a llorar.

Llega mi madre y me encuentra como María Magdalena, llorando a todo meter.

-Mamáaaa aaaaaaahhh, ¡Mira que desastre! Me he destrozado el pelo.

-Pero y esa pasta rosa que tienes en el pelo, ¿qué es?

-Suavizante de la ropa.

-Tú tienes graves problemas de hiperactividad, ¿no te dije que te estuvieras quieta?

-Mamaaaaá, no me riñas que me voy a quedar calva. Sigo llorando.

-A ver, quítate el suavizante.

Me lo quito, y empieza a peinarme el pelo hacia atrás, con un cuidado exquisito, se estiraba kilómetros.

Consigue, con mucho trabajo, ponerme todo el pelo más o menos junto y empieza a secármelo.

Según me lo seca, me lo cepilla y la veo que, de repente, se queda como sin sangre, quieta sin moverse sujetándome la coleta.

Me giro para decirle: Pero Mamá, ¿te pasa algo?

Mi cabeza se giró completamente pero mi coleta no la acompañaba, seguía en la mano de mi madre, que tenía los ojos que se le salían de las órbitas.

Se había quedado con todo el pelo en la mano, mi preciosa melena. ¡Dios mííooooo, mi posesión más preciada!

Me pongo a gritar y mi madre del susto grita también. Entra Cari en el baño y nos encuentra a mi madre con mi coleta en la mano y a mi, sin pelo, gritando y saltando como dos locas.

-¿Qué has hecho?- me pregunta.

Vamos a analizar la situación, la que tiene la coleta en la mano es mi madre y me pregunta a mí que qué he hecho. ¡Qué bien me conoce mi Cari!

-Que me he teñido el pelo, se me quedó negro y entonces me lo lavé con detergente y le eché suavizante para la ropa. Al secarlo se desintegró.

-Todo eso lo habrás visto en Pinterest, ¿verdad?

-Sí.

-Lo que os faltaba a la gente como tú era Pinterest. Pues nada, hazte una foto y súbela a Pinterest, te doy yo el título: Desintegración capilar azul.

- ¿Tan fea estoy?

- No cariño. Tu nunca podrás estar fea, estás… desfavorecida. El azul nunca ha sido tu color.

Tuve que ir a la peluquería, contar lo sucedido y me hicieron un peinado corto súper-chulo y un tinte maravilloso.

Ya sabéis, los profesionales están para algo.

Posted on 20/03/2016 Home 0 1572

Leave a CommentLeave a Reply

You must be logged in to post a comment.

Buscar

Categorías

Anterior
Siguiente