Ring ring - ¿Diga?

- ¿Qué haces?

- Pelar patatas, ¿y tú?

- Corregir exámenes.

- Anda, dales una alegría de Navidad, apruébalos a todos

- No, que estudien. Me ha llamado el Rector de la Universidad

- ¿Ah sí? ¿Y qué dice?, ¿que tienes un índice de suspensos muy alto?

-Que si puedo hacer de Papa Noel en la fiesta de Navidad para los hijos de los profesores.

-Jujuju, déjame que me ría, y ¿has dicho que sí?

- Necesito un ayudante, ¿te vienes? Tienes que disfrazarte de elfo.

¿De elfo? Pienso para mis adentros, ¡ay! que ilusión, nunca me había disfrazado de elfo. Ya me estoy imaginando con el sombrerito verde y las calzas a rayas. Lo voy a hacer genial, voy a verme algún video a ver qué bailes hacen.

Vienen todos los hijos de los profesores –me dice mi cuñado- Van a poner un trono, me sentaré en él y tú me tendrás que ir pasando los regalos. Ya sabes que me estoy postulando para vicerrector de la universidad, así que tendremos que comportarnos. Nada de tonterías.

¿Cuándo he hecho yo tonterías? Nunca, jamás, never, ever, soy súper seria.

Llega el día de la fiesta. Allí nos colocamos, Santa Claus en su trono y el elfo más chulo que hayáis visto en vuestra vida, a su vera. Parecíamos una postal con un mega árbol de Navidad detrás.

Fuimos entregando regalos. Todo iba saliendo a la perfección, así que decidí que había llegado el momento hacer el baile del elfo que había aprendido en internet. Era súper chulo. Es que no podía esperar a ver la cara de sorpresa de los niños. Me lancé, me sentía una estrella bailando de lado a lado, haciendo claqué y cantando. Los niños estaban encantados.

Cuando bailé hacia la izquierda me salió genial pero, al cambiar de dirección, me tropecé con la alfombra y me di de bruces contra Papá Noel. Con el impulso, el trono se fue para atrás y, al irnos al suelo, nos llevamos por delante el árbol que cayó encima de la mesa con todas las decoraciones y regalos de navidad.

Allí estábamos los dos, tirados en el suelo patas para arriba, cuando mi cuñado farfulla: ¿Qué has hecho?

-Bailar- le contesto.

-¿Bailar? ¿Eso era bailar? –me dice- Si parecía el baile del Waka-waka. Recuérdame una cosa, ¿bailar entraba en el plan de hoy por la tarde?

En el mío sí, “Cerocero”.

Cuando nos levantamos, miro hacia atrás y el árbol se está incendiando.

FUEGOOOOO- grito- TODOS TRANQUILOOOS, QUE LO TENGO CONTROLADO.

Cojo el extintor, le quito la anilla y disparo apuntando para el árbol. Sale con tanta fuerza que la manguera se me escapa de las manos hacia atrás y pongo a la mujer del rector llenita de espuma desde la cabeza a los pies.

¡Ayyyy, perdón! ¡Qué tonteríaaa!- me disculpo- mientras intento hacerle un agujero en los ojos y en la nariz para que, por lo menos, respire porque se ha quedado paralizada. Es que es un pelín estirada.

Ahora vuelvo -le digo- que tengo que apagar el árbol. Sujeto con fuerza la manguera y lo apago. Lo dejo blanco, blanco. Estaba casi más bonito que antes.

Mi cuñado tenía los ojos en blanco. No, los tenía ya del revés.

Yo me acerco a la mujer del rector y le digo: Como íbamos diciendo… ¡qué maravilla esto de tener extintores!

Aparece el rector y le murmura a mi cuñado: Un éxito la fiesta... La señorita-elfo es…

-Mi cuñada.

-Pues “su cuñada” parece que no ha tenido bastante con el espectáculo de hace un momento.

Yo había entrado en fase “Me encanta el extintor” y empecé a tirar espuma en el suelo. Hice una alfombra enorme y les pedí a los niños que se tiraran en ella. Fue la cosa más divertida que hicimos jamás.

Tírate y disfruta de tus hijos –le comenté a la mujer del rector- Total, llena de espuma ya estás.

Jugó con la espuma y con sus hijos y se lo pasó en grande. Y hasta pude entrever un poco de envidia sana en los ojos del rector que, si hubiera podido, hubiera jugado también con sus hijos.

-Bueno, cuñada, menos mal que todo ha acabado bien. Pero, como tu bien sabes, toda acción tiene su reacción. Aquí tienes en Youtube tu video “El Elfo y su Waka-waka dance” Ya llevas 50.000 visitas.

Ayyyy, soy una estrella.

Ring ring - ¿Diga?

- ¿Qué haces?

- Pelar patatas, ¿y tú?

- Corregir exámenes.

- Anda, dales una alegría de Navidad, apruébalos a todos

- No, que estudien. Me ha llamado el Rector de la Universidad

- ¿Ah sí? ¿Y qué dice?, ¿que tienes un índice de suspensos muy alto?

-Que si puedo hacer de Papa Noel en la fiesta de Navidad para los hijos de los profesores.

-Jujuju, déjame que me ría, y ¿has dicho que sí?

- Necesito un ayudante, ¿te vienes? Tienes que disfrazarte de elfo.

¿De elfo? Pienso para mis adentros, ¡ay! que ilusión, nunca me había disfrazado de elfo. Ya me estoy imaginando con el sombrerito verde y las calzas a rayas. Lo voy a hacer genial, voy a verme algún video a ver qué bailes hacen.

Vienen todos los hijos de los profesores –me dice mi cuñado- Van a poner un trono, me sentaré en él y tú me tendrás que ir pasando los regalos. Ya sabes que me estoy postulando para vicerrector de la universidad, así que tendremos que comportarnos. Nada de tonterías.

¿Cuándo he hecho yo tonterías? Nunca, jamás, never, ever, soy súper seria.

Llega el día de la fiesta. Allí nos colocamos, Santa Claus en su trono y el elfo más chulo que hayáis visto en vuestra vida, a su vera. Parecíamos una postal con un mega árbol de Navidad detrás.

Fuimos entregando regalos. Todo iba saliendo a la perfección, así que decidí que había llegado el momento hacer el baile del elfo que había aprendido en internet. Era súper chulo. Es que no podía esperar a ver la cara de sorpresa de los niños. Me lancé, me sentía una estrella bailando de lado a lado, haciendo claqué y cantando. Los niños estaban encantados.

Cuando bailé hacia la izquierda me salió genial pero, al cambiar de dirección, me tropecé con la alfombra y me di de bruces contra Papá Noel. Con el impulso, el trono se fue para atrás y, al irnos al suelo, nos llevamos por delante el árbol que cayó encima de la mesa con todas las decoraciones y regalos de navidad.

Allí estábamos los dos, tirados en el suelo patas para arriba, cuando mi cuñado farfulla: ¿Qué has hecho?

-Bailar- le contesto.

-¿Bailar? ¿Eso era bailar? –me dice- Si parecía el baile del Waka-waka. Recuérdame una cosa, ¿bailar entraba en el plan de hoy por la tarde?

En el mío sí, “Cerocero”.

Cuando nos levantamos, miro hacia atrás y el árbol se está incendiando.

FUEGOOOOO- grito- TODOS TRANQUILOOOS, QUE LO TENGO CONTROLADO.

Cojo el extintor, le quito la anilla y disparo apuntando para el árbol. Sale con tanta fuerza que la manguera se me escapa de las manos hacia atrás y pongo a la mujer del rector llenita de espuma desde la cabeza a los pies.

¡Ayyyy, perdón! ¡Qué tonteríaaa!- me disculpo- mientras intento hacerle un agujero en los ojos y en la nariz para que, por lo menos, respire porque se ha quedado paralizada. Es que es un pelín estirada.

Ahora vuelvo -le digo- que tengo que apagar el árbol. Sujeto con fuerza la manguera y lo apago. Lo dejo blanco, blanco. Estaba casi más bonito que antes.

Mi cuñado tenía los ojos en blanco. No, los tenía ya del revés.

Yo me acerco a la mujer del rector y le digo: Como íbamos diciendo… ¡qué maravilla esto de tener extintores!

Aparece el rector y le murmura a mi cuñado: Un éxito la fiesta... La señorita-elfo es…

-Mi cuñada.

-Pues “su cuñada” parece que no ha tenido bastante con el espectáculo de hace un momento.

Yo había entrado en fase “Me encanta el extintor” y empecé a tirar espuma en el suelo. Hice una alfombra enorme y les pedí a los niños que se tiraran en ella. Fue la cosa más divertida que hicimos jamás.

Tírate y disfruta de tus hijos –le comenté a la mujer del rector- Total, llena de espuma ya estás.

Jugó con la espuma y con sus hijos y se lo pasó en grande. Y hasta pude entrever un poco de envidia sana en los ojos del rector que, si hubiera podido, hubiera jugado también con sus hijos.

-Bueno, cuñada, menos mal que todo ha acabado bien. Pero, como tu bien sabes, toda acción tiene su reacción. Aquí tienes en Youtube tu video “El Elfo y su Waka-waka dance” Ya llevas 50.000 visitas.

Ayyyy, soy una estrella.