Los Otros...

Los Otros...

Tenemos un nuevo inquilino en casa. Ya no somos 5, somos 6.

Apareció como aparecen todos los inquilinos incómodos, un día, así sin avisar.

Estoy poniendo la mesa cuando mi hija me dice:

¿Y a Lala no le pones un plato?

Yo pienso para mis adentros: esto es una trampa, mejor no contestes. Es lo que tiene ser una madre experimentada, uno aprende a ignorar lo superfluo.

Se pone a llorar.

-¿Qué te pasa? -le pregunto.

-Que no le has puesto un sitio a Lala en la mesa.

-¿Y quién es Lala, Ca-ri-ño?

-Lala es mi amiga Mamá, es de Hawái.

Lo sabía, sabía que esto me iba a traer alguna complicación.

- ¡Ay sí! Claro que la veo. - En el momento que dije eso, fue mi sentencia de muerte.

-Pues dale un besito.

- ¿A quién?

- Pues a Lala, Mamá.

- Ahhh, sí, claro, ¿Dónde está ahora mismo exactamente?

- Mamaaaaá, aquí sentada a la mesa, a mi lado.

Le doy un beso.

- No le gusta que la besen en la frente.

- Ay perdón, Lala, ¿Dónde tienes la carita, hija?

- No es tu hija, Mamá, es mi amiga. Es de Hawái.

- ¿Dónde tienes la carita, Cariño?

-Dice que aquí.

 

Genial, la amiguita invisible habla por boca de mi hija. Está poseída.

Pues así es como llegó Lala a nuestra casa. Intenté explicarle a mi hija que su amiga era imaginaria. Le decía: Mira, ¿no ves que los demás no la ven?

Y me contestaba: -Ya, es porque es hawaiana. Como si ser de Hawái significara ser de otra galaxia.

Cuando vamos al parque, los papás de otros niños me tratan como si fuera la protagonista de Los Otros, porque columpio a mi hija y al columpio vacío con Lala dentro.

 

Ya no nos tiramos en el sofá. No, porque una vez me tiré y le rompí a Lala una pierna y, no os lo vais a creer, pero tuvimos que ir hasta el hospital para que se la curaran. Que teníais que ver la cara de la gente cuando me senté en la sala de espera con la niña invisible… haciendo que esperábamos.

 

Así que cuando queremos sentarnos en el sofá, Cari y yo gritamos:

- ¿Lala, estás ahiiiií? Es como una invocación al espíritu de la bisabuela.

 

La niña invisible es de lo más impertinente; lo mismo decide ducharse contigo- lo cual mi hija encuentra de lo más interesante y se pone a gritar emocionada diciendo: Aaayyyy, síiiiii ¡qué divertido, Lala! y se quita la ropa y se mete contigo- que hay que hacer como que se come todo el plato porque mi hija no entiende que no coma, así que tenemos una papelera debajo de la mesa del comedor.

 

Cari, ¿la matamos? ¿Hacemos como que nos caemos encima de ella en el sofá y la estrujamos? ¿Le da una enfermedad mortal y se va al otro barrio? ¿Se va a otra casa a vivir?

Cari me dijo que todo eso iba a crear un trauma a la niña, y yo le contesté:

- Pues decide, o trauma a la niña o me ingresas a mí en un psiquiátrico. ¡Cómo se nota que te pasas el día de viaje! Porque yo, a Lala, ya le estoy empezando a poner cara, la veo caminar por el pasillo, me pide patatas fritas y me habla en hawaiano.

Así que le dijimos a nuestra hija que habíamos decidido que la íbamos a mandar a Inglaterra a estudiar inglés una temporada. Y mi hija, extrañamente, lo aceptó

¡Qué maravilla! Una menos, volver a ser madre de 3 es una pasada.

2.25 de la madrugada. Una luz cegadora me lleva hasta el principio del túnel. Es el fin, me da tiempo a hacer examen de conciencia. Me acuerdo del café que dejé a deber el otro día. ¡Igual me penalizan por eso! Abro un ojo y tengo encima la linterna del móvil y alguien diciéndome:

Mamá, es Lala, que te pongas, no le gusta nada Inglaterra.

Pero si son las tantas de la mañana, hija.

No, allí es de día.

Lala-lalalaaaa matooo.

Que dice que nos echa de menos, que quiere volver.

Pues que vuelva.

¿La dejas volver?

- Siiiiii- por Dios, ¡qué tortura!

Ya ha vuelto. Mami, quiere desayunar porque el viaje la ha cansado mucho.

Así que me levanté y les hice el desayuno. Cuando hubieron comido suficiente, les dije que se volvieran a acostar -esta vez en mi cama- a ver si, así, dormíamos todos un poco.

Porque si no puedes con tu enemigo, únete a él. He leído que sobre los 7 años desaparecen, así que no nos queda más que esperar. Ahora somos uno más, ¿pasaré a ser familia numerosa especial?

Posted on 27/12/2015 Home, Vamos a pingüinear/Penguin... 0 1456

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Apareció como aparecen todos los inquilinos incómodos, un día, así sin avisar.

Estoy poniendo la mesa cuando mi hija me dice:

¿Y a Lala no le pones un plato?

Yo pienso para mis adentros: esto es una trampa, mejor no contestes. Es lo que tiene ser una madre experimentada, uno aprende a ignorar lo superfluo.

Se pone a llorar.

-¿Qué te pasa? -le pregunto.

-Que no le has puesto un sitio a Lala en la mesa.

-¿Y quién es Lala, Ca-ri-ño?

-Lala es mi amiga Mamá, es de Hawái.

Lo sabía, sabía que esto me iba a traer alguna complicación.

- ¡Ay sí! Claro que la veo. - En el momento que dije eso, fue mi sentencia de muerte.

-Pues dale un besito.

- ¿A quién?

- Pues a Lala, Mamá.

- Ahhh, sí, claro, ¿Dónde está ahora mismo exactamente?

- Mamaaaaá, aquí sentada a la mesa, a mi lado.

Le doy un beso.

- No le gusta que la besen en la frente.

- Ay perdón, Lala, ¿Dónde tienes la carita, hija?

- No es tu hija, Mamá, es mi amiga. Es de Hawái.

- ¿Dónde tienes la carita, Cariño?

-Dice que aquí.

 

Genial, la amiguita invisible habla por boca de mi hija. Está poseída.

Pues así es como llegó Lala a nuestra casa. Intenté explicarle a mi hija que su amiga era imaginaria. Le decía: Mira, ¿no ves que los demás no la ven?

Y me contestaba: -Ya, es porque es hawaiana. Como si ser de Hawái significara ser de otra galaxia.

Cuando vamos al parque, los papás de otros niños me tratan como si fuera la protagonista de Los Otros, porque columpio a mi hija y al columpio vacío con Lala dentro.

 

Ya no nos tiramos en el sofá. No, porque una vez me tiré y le rompí a Lala una pierna y, no os lo vais a creer, pero tuvimos que ir hasta el hospital para que se la curaran. Que teníais que ver la cara de la gente cuando me senté en la sala de espera con la niña invisible… haciendo que esperábamos.

 

Así que cuando queremos sentarnos en el sofá, Cari y yo gritamos:

- ¿Lala, estás ahiiiií? Es como una invocación al espíritu de la bisabuela.

 

La niña invisible es de lo más impertinente; lo mismo decide ducharse contigo- lo cual mi hija encuentra de lo más interesante y se pone a gritar emocionada diciendo: Aaayyyy, síiiiii ¡qué divertido, Lala! y se quita la ropa y se mete contigo- que hay que hacer como que se come todo el plato porque mi hija no entiende que no coma, así que tenemos una papelera debajo de la mesa del comedor.

 

Cari, ¿la matamos? ¿Hacemos como que nos caemos encima de ella en el sofá y la estrujamos? ¿Le da una enfermedad mortal y se va al otro barrio? ¿Se va a otra casa a vivir?

Cari me dijo que todo eso iba a crear un trauma a la niña, y yo le contesté:

- Pues decide, o trauma a la niña o me ingresas a mí en un psiquiátrico. ¡Cómo se nota que te pasas el día de viaje! Porque yo, a Lala, ya le estoy empezando a poner cara, la veo caminar por el pasillo, me pide patatas fritas y me habla en hawaiano.

Así que le dijimos a nuestra hija que habíamos decidido que la íbamos a mandar a Inglaterra a estudiar inglés una temporada. Y mi hija, extrañamente, lo aceptó

¡Qué maravilla! Una menos, volver a ser madre de 3 es una pasada.

2.25 de la madrugada. Una luz cegadora me lleva hasta el principio del túnel. Es el fin, me da tiempo a hacer examen de conciencia. Me acuerdo del café que dejé a deber el otro día. ¡Igual me penalizan por eso! Abro un ojo y tengo encima la linterna del móvil y alguien diciéndome:

Mamá, es Lala, que te pongas, no le gusta nada Inglaterra.

Pero si son las tantas de la mañana, hija.

No, allí es de día.

Lala-lalalaaaa matooo.

Que dice que nos echa de menos, que quiere volver.

Pues que vuelva.

¿La dejas volver?

- Siiiiii- por Dios, ¡qué tortura!

Ya ha vuelto. Mami, quiere desayunar porque el viaje la ha cansado mucho.

Así que me levanté y les hice el desayuno. Cuando hubieron comido suficiente, les dije que se volvieran a acostar -esta vez en mi cama- a ver si, así, dormíamos todos un poco.

Porque si no puedes con tu enemigo, únete a él. He leído que sobre los 7 años desaparecen, así que no nos queda más que esperar. Ahora somos uno más, ¿pasaré a ser familia numerosa especial?

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