A CARGO DE LA TROPA

A CARGO DE LA TROPA

Es sábado y estoy de vacaciones en España. Y conseguí sobrevivir después de una semana. ¡Magnífico!

Los últimos siete días me he hecho cargo de mis dos hijos y de mis sobrinos #Celiaco y #Ojosgrises. Cuidar a cuatro niños de 2, 3, 4 y 5 años no es tarea fácil. De hecho, la semana no empezó bien. El lunes, a las 11 de la mañana, se habían enzarzado ya en tantas peleas que el hecho de que les diera o quitase puntos de recompensa por comportamiento había perdido completamente su efecto, y el rincón de pensar de casa había estado a esas horas tan transitado con niños yendo y viniendo constantemente –incluso con parejas sentados allí charlando- que se parecía más a un bar de copas un sábado de madrugada que un lugar de reflexión.

Estaba yo en el jardín de casa cuando recibí una llamada de mi marido que estaba trabajando en Londres. Para él, cualquier problema mundial se podría solucionar si todos hiciésemos deporte un mínimo de 2 horas diarias.

“Van sobrados de energía. Hazles correr” me dijo.

Sí, claro. Aparte de organizar carreras un par de veces para ver quién es el más rápido, ¿me dices qué puede hacer una embarazada de siete meses con el contorno y agilidad de un mamut siberiano congelado? pensé

Así que, después de comer, decidir cambiar de estrategia.

“Chicos, si a las 5 de la tarde tenéis todos 50 puntos, os llevaré a Toys R Us y os compraré un mini Playmobile” -les dije

“Pero si alguien llora, todos perderéis los puntos. ¿De acuerdo?”

“Sí, sí, sí “-me contestaron

Sorprendentemente, se las ingeniaron para conservar los 50 puntos y, con la ayuda de mi madre, metí a los cuatro niños en el coche y nos fuimos a la juguetería. Después de pasar algún tiempo entretenidos escogiendo los mini Playmobile, encontré la solución perfecta para mi semana. Debajo de lo que me pareció un rayo de luz celestial, vi una enorme cama elástica protegida con una red, con un gran cartel que ponía “LIQUIDACIÓN, 75% DE DESCUENTO”. Me acerqué a comprobar el precio y rápidamente calculé el precio final. ¡Wow! Menudo chollo.

La cama elástica podría ser el entretenimiento perfecto para los niños, los mantendría activos, quemarían energía y jugarían sin peligro en el jardín gracias a la red.

Me acerqué a un dependiente. “¿Está bien el precio?” “Sí –me contestó- acabamos de ponerla, pero es la única que queda y hay que llevarse la de exposición.”

“¿Me la puedo llevar ahora mismo?”

“Sí, por supuesto”

Solo me quedaba una última pregunta y, para hacerla, tenía que sacar lo mejor de mí. Así que arqueé mi espalda, para que pareciera que estaba a punto de dar a luz, mientras intentaba mantener controlados a dos de los niños que tiraban de mis manos en direcciones opuestas para escaparse. “Me encantaría poder llevármela, pero estoy con los cuatro niños y desarmarla y meterla en el coche con lo que debe pesar se me hace un poco cuesta arriba. ¿Habría posibilidad de que alguien me echase un cable? ”

La chica me miró con cara de pena. “Espera un momento, por favor, que voy a consultarlo con el jefe de sección”

Un par de minutos después, llegó Pablo, un dependiente risueño y dicharachero. “Te la desmonto y meto en el coche, pero tendremos asegurarnos antes de que entra. ¿Qué coche tienes?”

Por suerte, era lo suficientemente grande como para conseguir que entrase ;)

En cuanto llegamos a casa, me ayudó un vecino y en media hora la teníamos montado en el jardín. Los niños se quedaron encantados. Tras varios tortazos iniciales, pasaron el resto de la semana quemando energía saltando como locos en la cama elástica.

Con un poco de suerte, la novedad del trampolín durará lo suficiente como para ayudarme a llegar viva al final de nuestras vacaciones.

 

Posted on 28/07/2014 Home, Vamos a pingüinear/Penguin... 0 1408

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Es sábado y estoy de vacaciones en España. Y conseguí sobrevivir después de una semana. ¡Magnífico!

Los últimos siete días me he hecho cargo de mis dos hijos y de mis sobrinos #Celiaco y #Ojosgrises. Cuidar a cuatro niños de 2, 3, 4 y 5 años no es tarea fácil. De hecho, la semana no empezó bien. El lunes, a las 11 de la mañana, se habían enzarzado ya en tantas peleas que el hecho de que les diera o quitase puntos de recompensa por comportamiento había perdido completamente su efecto, y el rincón de pensar de casa había estado a esas horas tan transitado con niños yendo y viniendo constantemente –incluso con parejas sentados allí charlando- que se parecía más a un bar de copas un sábado de madrugada que un lugar de reflexión.

Estaba yo en el jardín de casa cuando recibí una llamada de mi marido que estaba trabajando en Londres. Para él, cualquier problema mundial se podría solucionar si todos hiciésemos deporte un mínimo de 2 horas diarias.

“Van sobrados de energía. Hazles correr” me dijo.

Sí, claro. Aparte de organizar carreras un par de veces para ver quién es el más rápido, ¿me dices qué puede hacer una embarazada de siete meses con el contorno y agilidad de un mamut siberiano congelado? pensé

Así que, después de comer, decidir cambiar de estrategia.

“Chicos, si a las 5 de la tarde tenéis todos 50 puntos, os llevaré a Toys R Us y os compraré un mini Playmobile” -les dije

“Pero si alguien llora, todos perderéis los puntos. ¿De acuerdo?”

“Sí, sí, sí “-me contestaron

Sorprendentemente, se las ingeniaron para conservar los 50 puntos y, con la ayuda de mi madre, metí a los cuatro niños en el coche y nos fuimos a la juguetería. Después de pasar algún tiempo entretenidos escogiendo los mini Playmobile, encontré la solución perfecta para mi semana. Debajo de lo que me pareció un rayo de luz celestial, vi una enorme cama elástica protegida con una red, con un gran cartel que ponía “LIQUIDACIÓN, 75% DE DESCUENTO”. Me acerqué a comprobar el precio y rápidamente calculé el precio final. ¡Wow! Menudo chollo.

La cama elástica podría ser el entretenimiento perfecto para los niños, los mantendría activos, quemarían energía y jugarían sin peligro en el jardín gracias a la red.

Me acerqué a un dependiente. “¿Está bien el precio?” “Sí –me contestó- acabamos de ponerla, pero es la única que queda y hay que llevarse la de exposición.”

“¿Me la puedo llevar ahora mismo?”

“Sí, por supuesto”

Solo me quedaba una última pregunta y, para hacerla, tenía que sacar lo mejor de mí. Así que arqueé mi espalda, para que pareciera que estaba a punto de dar a luz, mientras intentaba mantener controlados a dos de los niños que tiraban de mis manos en direcciones opuestas para escaparse. “Me encantaría poder llevármela, pero estoy con los cuatro niños y desarmarla y meterla en el coche con lo que debe pesar se me hace un poco cuesta arriba. ¿Habría posibilidad de que alguien me echase un cable? ”

La chica me miró con cara de pena. “Espera un momento, por favor, que voy a consultarlo con el jefe de sección”

Un par de minutos después, llegó Pablo, un dependiente risueño y dicharachero. “Te la desmonto y meto en el coche, pero tendremos asegurarnos antes de que entra. ¿Qué coche tienes?”

Por suerte, era lo suficientemente grande como para conseguir que entrase ;)

En cuanto llegamos a casa, me ayudó un vecino y en media hora la teníamos montado en el jardín. Los niños se quedaron encantados. Tras varios tortazos iniciales, pasaron el resto de la semana quemando energía saltando como locos en la cama elástica.

Con un poco de suerte, la novedad del trampolín durará lo suficiente como para ayudarme a llegar viva al final de nuestras vacaciones.

 

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