
El Test
Bueno, pues aquí estamos, en un pueblo cerca de Sigüenza, toda la familia de Cari reunida para ir a la boda de su prima.
Su prima es también de Boston pero, un verano que vino a visitarnos, conoció a un chico de Cuenca, se enamoraron locamente y 4 años después aquí estamos para casarlos.
Yo desde que llegué estoy que no vivo. No se lo he contado aún a nadie, pero creo que estoy embarazada. Imaginaos, embarazada de mi cuarto hijo. No sé si bailar la jota aragonesa o hacer una lista mental de los enseres de bebé que aún me quedan en el trastero. Había jurado que no tendría más y regalé todo; cuna, trona, silla, bañera, absolutamente todo.
Con 4 hijos tienes hasta que cambiar de coche.
Estoy que no vivo, creo que lo mejor que puedo hacer es ir hasta la farmacia a comprarme un test de embarazo. Lo malo es que aquí no hay farmacia. Estamos en un pueblo de 50 habitantes y todos nos alojamos en un caserón para 35 personas.
No puedo más. Decido salir a la calle y buscar a alguien del lugar para que me diga qué pueblo cercano tiene farmacia.
Me encuentro a un par de señores mayores sentados en un banco en la plaza del pueblo. Les pregunto:
-Buenas tardes.
- Buenas tardes- me contestan.
-¿Me podrían decir dónde está la farmacia más cercana?
-¿Y eso qué es, Guapa? – me dice uno de ellos. Su acompañante le da un codazo y dice: La botica quiere decir la chica, Manuel.
-¡Ah! la botica- pues mire, aquí no hay botica, pero el boticario del pueblo de al lado vive aquí y tiene en su casa una pequeña tienda donde su mujer vende medicamentos y otros ultramarinos. Puede ir usted andando, está aquí al lado.
- Pues, muchas gracias. Muy amables
-¿Y para qué quiere usted ir a la Botica, si no es mucho preguntar?
Y en ese momento, en vez de quedarme callada que es como estoy más guapa, se me hizo un nudo en la garganta, me senté en el banco con ellos y empecé:
-Pues verán, es que creo que estoy embarazada y quería comprar un test de embarazo. No le he dicho nada a mi marido aún, este sería mi cuarto embarazo y prefiero no alarmarle antes de tiempo.
-Pues no se preocupes que la vamos a acompañar hasta la casa del boticario.
-No hace falta de verdad.
-Faltaría más, señora.
Me acompañan hasta la casa del farmacéutico y en la puerta me despiden.
-Que sea todo enhorabuena, señora.
-Gracias, gracias- les contesto.
Era cierto, allí tenía montada una especie de parafarmacia donde, además, vendían, pilas, cepillos y hasta pasta de dientes. era la única tienda del pueblo.
Entro y en voz muy baja le digo a la señora:
-Buenas tardes, un test de embarazo, por favor.
-Sí, un momento, por favor.
Se abre la puerta y entran mi suegra y tres primas de Cari:
- ¡Hola! – me dice mi suegra - ¿Qué haces aquí? Nosotras venimos a comprar unas horquillas para el peinado de mañana. Clara quiere que le haga un moño
-Ah- es lo único que atino a decir.
- ¡Mamá! Te has dejado las gafas en la cafetería – era Cari que entra justo después de mi suegra.
- Gracias, hijo – le dice mi suegra
- ¿Qué haces aquí?- me pregunta Cari- ¿Te pasa algo?
- Tengo aquí tres tipos de test: los que le dicen simplemente si está embarazada, los que indican de cuánto está y los electrónicos, ¿cuál prefiere? – dice la esposa del farmacéutico.
Yo no sabía dónde meterme. Estaba intentando pasar desapercibida y, de repente, todos estaban allí de testigo, era lo que me faltaba. De repente, oigo a Cari que dice:
-Me estoy empezando a marear. Dime que estás pidiendo el test para la novia.
-No, Cari, no es para la novia. Es para mí.
-Estás embarazada ¿otra vez? – dice mi suegra
-¡Qué ilusión!- dice una de las primas
-¡El cuarto! ¡Qué valientes! – dice la otra prima.
- Sois muy fértiles, vosotros dos- dice la tercera prima.
-¡Silencio! ¡Callaos! No está embarazada, simplemente está comprando un test de embarazo. ¿Podemos calmarnos todos y esperar a que se haga el test para empezar a decir todas esas cosas?
Este mismo test nos vale- le dice Cari a la mujer del boticario- ¿Cuánto le debemos?
Cari paga, me coge del brazo y me saca de la parafarmacia.
-¿No se te ha ocurrido ir al pueblo de al lado a comprar el test?
-No Cari, no se me ha ocurrido. Lo siento, ¡qué sabía yo que iba a entrar toda la familia en la tienda!
- Bueno, no discutamos más. ¡Hazte el test y salgamos de dudas!
El test salió negativo, y aunque no os lo creáis, en el fondo Cari y yo nos entristecimos mucho. Somos muy niñeros.
Nos pasamos toda la boda explicándoles a todos, absolutamente todos los invitados, que no estábamos embarazados.