El Encierro

El Encierro

Creo que no he visto jamás en mi vida un restaurante tan romántico como este; luz tenue, miles de pequeñas luces sobrevuelan mi cabeza y cientos de pétalos adornan la mesa. 

Estamos celebrando simplemente una cena en pareja, los que tenéis niños me entenderéis. 

Cari se acerca a mi lado y se pone de rodillas con una cajita en la mano:

¡Dios mío, ya empezamos!- pienso

Si no queréis pasar vergüenza en los restaurantes, no os caséis con un estadounidense. Les encanta dar sorpresas en público.

Me suena el móvil y le digo:

- Espera, Cari, que es mi hermana. Algo pasa con los niños.

-Dime.

-Tienes que venir.

- ¿Qué pasa? – le pregunto alarmada.

- Que la niña se ha quedado encerrada en la despensa.

- ¿Qué niña?

- La tuya.

Cojo a Cari por el codo y le digo:

- Ponte de pie, Cariño, que nos tenemos que ir. La peque está encerrada en la despensa, ya me pides en matrimonio en otro momento.

Llegamos a casa de mi hermana en 0,3 segundos y lo primero que le pregunto es:

-¿Cómo se ha encerrado la niña dentro?

-Estaban jugando al escondite y ella se metió aquí cerrando la puerta, y esta puerta cuando queda cerrada sólo se puede volver a abrir desde dentro con una llave

Claro, ¡por Dios!, tiene la despensa cerrada con llave no vaya a ser que le roben las latas de conversa.

Oigo a mi hija llorar desconsolada.

-Dime que el cuarto tiene respiradero y que no se va a ahogar ahí dentro.

- Sí, mujer, tiene respiradero y comida y chuches dentro. Morir no va a morir, así que no te preocupes- me dice con aire tranquilizador. 

Pues si no me tengo que preocupar ya que la peque se ha encerrado en el paraíso del niño, ¿para qué me llama y me deja sin cena romántica? Que la deje ahí a pasar el fin de semana.

Miro la puerta y está destrozada. Le falta el marco, le falta parte de la cerradura y tiene un agujero en el centro como si alguien le hubiera dado con un tronco para derribarla.

-¿Qué habéis hecho con la puerta?- le pregunto a mi cuñado.

-Intentar desmontarla para sacar a la niña.

-Derribarla querrás decir- le digo con sorna.

- ¿Dónde está la llave para abrir la puerta? – le pregunto.

- La tengo yo aquí – me contesta mi hermana.

Yo es que no sé ni para qué pregunto.

- ¡Hija, tranquila que ya estamos aquí y te vamos a sacar de ahí!- le digo en voz tranquila pero alta.

-Tráeme un destornillador grande- le pido a mi hermana.

Está tan preocupada que ni me pregunta qué pienso hacer con él.

-Y un martillo – le grito mientras se marcha a buscarlo.

Cuando vuelve con todo, cojo el destornillador y lo clavo debajo de la puerta, le doy con el martillo hasta que consigo hacer palanca y elevar un poco la puerta por encima del suelo, lo suficiente para poder pasar la llave por debajo.

-Hija, escucha, tienes que dejar de llorar y hacerme caso en todo lo que te voy a decir, porque entre las dos vamos a abrir la puerta.

-¡No puedo, Mamá! - me grita sollozando

- Sí que puedes. Mira, voy a pasar ahora la llave por debajo de la puerta.

Cojo un folio, pongo la llave encima, y lo deslizo por debajo de la puerta.

- ¿La ves?

- ¡Sí, Mamá!

- Ahora la vas a coger, la vas a meter en la cerradura con los dientes para arriba.

Le lleva más de 5 minutos conseguir meter la llave en la cerradura pero, por fin, lo consigue.

- Ya está, Mamá- me grita entusiasmada.

- Ahora gírala hacia la izquierda.

Oímos cómo gira la llave y casi sin tiempo a que termine de girarla abro con la manilla.

Sale y todo son vítores y aleluyas.

Le damos miles de besos y abrazos.

Cuando todo termina, le pregunto a Cari:

-Bueno, ¿y qué era eso que tenías en la caja cuando estabas de rodillas?

Se pone de rodillas delante de todos (ya os digo que sin público no lo hace), saca de la chaqueta del traje la cajita y me la da:

Abro la caja y no hay nada, solo algo que parece una foto puesta del revés.

La cojo, la miro y ¿a que no sabéis que era? Una foto de los zapatos que devolví.

-Los tienes en casa esperándote- me dice Cari

Ay Cari! Cuánto te quiero-le dije

 

¡Bonitos míos, venid con Mamá!

Posted on 27/11/2016 Home, Últimos post 0 2133

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Creo que no he visto jamás en mi vida un restaurante tan romántico como este; luz tenue, miles de pequeñas luces sobrevuelan mi cabeza y cientos de pétalos adornan la mesa. 

Estamos celebrando simplemente una cena en pareja, los que tenéis niños me entenderéis. 

Cari se acerca a mi lado y se pone de rodillas con una cajita en la mano:

¡Dios mío, ya empezamos!- pienso

Si no queréis pasar vergüenza en los restaurantes, no os caséis con un estadounidense. Les encanta dar sorpresas en público.

Me suena el móvil y le digo:

- Espera, Cari, que es mi hermana. Algo pasa con los niños.

-Dime.

-Tienes que venir.

- ¿Qué pasa? – le pregunto alarmada.

- Que la niña se ha quedado encerrada en la despensa.

- ¿Qué niña?

- La tuya.

Cojo a Cari por el codo y le digo:

- Ponte de pie, Cariño, que nos tenemos que ir. La peque está encerrada en la despensa, ya me pides en matrimonio en otro momento.

Llegamos a casa de mi hermana en 0,3 segundos y lo primero que le pregunto es:

-¿Cómo se ha encerrado la niña dentro?

-Estaban jugando al escondite y ella se metió aquí cerrando la puerta, y esta puerta cuando queda cerrada sólo se puede volver a abrir desde dentro con una llave

Claro, ¡por Dios!, tiene la despensa cerrada con llave no vaya a ser que le roben las latas de conversa.

Oigo a mi hija llorar desconsolada.

-Dime que el cuarto tiene respiradero y que no se va a ahogar ahí dentro.

- Sí, mujer, tiene respiradero y comida y chuches dentro. Morir no va a morir, así que no te preocupes- me dice con aire tranquilizador. 

Pues si no me tengo que preocupar ya que la peque se ha encerrado en el paraíso del niño, ¿para qué me llama y me deja sin cena romántica? Que la deje ahí a pasar el fin de semana.

Miro la puerta y está destrozada. Le falta el marco, le falta parte de la cerradura y tiene un agujero en el centro como si alguien le hubiera dado con un tronco para derribarla.

-¿Qué habéis hecho con la puerta?- le pregunto a mi cuñado.

-Intentar desmontarla para sacar a la niña.

-Derribarla querrás decir- le digo con sorna.

- ¿Dónde está la llave para abrir la puerta? – le pregunto.

- La tengo yo aquí – me contesta mi hermana.

Yo es que no sé ni para qué pregunto.

- ¡Hija, tranquila que ya estamos aquí y te vamos a sacar de ahí!- le digo en voz tranquila pero alta.

-Tráeme un destornillador grande- le pido a mi hermana.

Está tan preocupada que ni me pregunta qué pienso hacer con él.

-Y un martillo – le grito mientras se marcha a buscarlo.

Cuando vuelve con todo, cojo el destornillador y lo clavo debajo de la puerta, le doy con el martillo hasta que consigo hacer palanca y elevar un poco la puerta por encima del suelo, lo suficiente para poder pasar la llave por debajo.

-Hija, escucha, tienes que dejar de llorar y hacerme caso en todo lo que te voy a decir, porque entre las dos vamos a abrir la puerta.

-¡No puedo, Mamá! - me grita sollozando

- Sí que puedes. Mira, voy a pasar ahora la llave por debajo de la puerta.

Cojo un folio, pongo la llave encima, y lo deslizo por debajo de la puerta.

- ¿La ves?

- ¡Sí, Mamá!

- Ahora la vas a coger, la vas a meter en la cerradura con los dientes para arriba.

Le lleva más de 5 minutos conseguir meter la llave en la cerradura pero, por fin, lo consigue.

- Ya está, Mamá- me grita entusiasmada.

- Ahora gírala hacia la izquierda.

Oímos cómo gira la llave y casi sin tiempo a que termine de girarla abro con la manilla.

Sale y todo son vítores y aleluyas.

Le damos miles de besos y abrazos.

Cuando todo termina, le pregunto a Cari:

-Bueno, ¿y qué era eso que tenías en la caja cuando estabas de rodillas?

Se pone de rodillas delante de todos (ya os digo que sin público no lo hace), saca de la chaqueta del traje la cajita y me la da:

Abro la caja y no hay nada, solo algo que parece una foto puesta del revés.

La cojo, la miro y ¿a que no sabéis que era? Una foto de los zapatos que devolví.

-Los tienes en casa esperándote- me dice Cari

Ay Cari! Cuánto te quiero-le dije

 

¡Bonitos míos, venid con Mamá!

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