La aventura en pareja

La aventura en pareja

Vosotros que tenéis hijos sabéis lo difícil que es poder disfrutar de un poco de tiempo en pareja. Yo, particularmente con tres hijos, no tengo vida en pareja. Siempre hay uno o varios niños en medio de cualquier conversación que queramos tener o de cualquier cóctel que queramos tomar y cualquier cena con velitas para dos se amplia, en mi caso, siempre a 5.

 

Si a esto le sumamos los viajes por el amplio mundo que tiene mi Cari, el asunto se nos complica aún más.

Así que decidí que a esto había que ponerle un freno y me propuse pasar 24 horas enteritas a solas con mi marido.

Miro el calendario, estudio los viajes de Cari, hablo con mi hermana, con mis padres y con mi cuñado y empiezo a encajar todas las piezas una a una.

Porque, no os creáis… cuantos más niños tienes, más difícil es conseguir que todos se vayan a dormir fuera el mismo día.

Logro que dos tengan planes para pasar la noche fuera -la mayor con una amiga y la pequeña con su prima- pero en las siguientes 3 semanas no consigo de ninguna manera que mi hijo abandone el hogar familiar.

Me siento un poco frustrada, la verdad. A veces, poder pasar unas horas juntos necesita tanta logística que se te quitan las ganas de nada sólo por el esfuerzo que requiere.

 

Pero los ángeles deciden que este va a ser mi mes y, en ese momento de desesperación, me llama mi vecina Naty.

-Hola, ¿cómo os va el verano?

- Muy bien, ¿y a vosotros?

- Todos bien. Mañana nos vamos al pueblo y estábamos pensando si nos podíamos llevar al niño con nosotros.

- Cuando dices el niño, ¿te refieres al mío?

- Sí, al tuyo. Si fuera al mío no te llamaría para pedirte permiso.

- ¿Y cuánto tiempo?

- Bueno, pues un día o dos y te lo mando a casa otra vez. No te preocupes.

- Que se vaya el viernes con vosotros y el lunes le voy yo a recoger- le digo a Naty.

-Perfecto, pues quedamos así entonces.

¡Ayyy, qué bien! ¡Que lo voy a conseguir!

Miro el calendario. Cari llega el sábado en el avión que aterriza a las 8.30 de la mañana así que, si dejo a las niñas a dormir el viernes con sus amigas/primas, cuando él llegue estaré sola. Genial.

No le voy a decir nada a Cari, que sea una sorpresa. Un regalo. 24 horas solos.

Pero se me ocurre que ya voy a estar libre desde la tarde del viernes, así que marco el número de mi amiga Rebeca.

 - Estoy libre el viernes, ¿qué vas a hacer?

- Pareces un taxi, ¿y por qué estas libre?- me pregunta

- Porque los niños van a pasar una noche fuera y yo voy a esperar a que vuelva Cari con los brazos abiertos.

- Ah, entonces ya sé lo que vamos a hacer. Te voy a llevar a comprarte un modelito para el momento.

- No voy a perder el tiempo con esas tonterías pudiendo ir a tomar un café.

- ¿Cuándo fue la última vez que te quedaste sola con Cari? ¿En 2008? Necesitas un modelito y de los atrevidos.

- Rebeca, que no me interesa.

- Te paso a buscar a las 18.30 y vamos- me contesta haciendo caso omiso a lo que le acabo de decir. 

Os voy a ahorrar los detalles. Fuimos y me compré el modelito que mi amiga Rebeca eligió por mí con la idea de guardarlo en un cajón y así poder ir a tomar el café tranquilas.

La verdad es que se me había olvidado lo que era tomar un café sin tener que estar vigilando o mandando callar a los niños. Me supo a gloria. Después del café, me fui yo sola a dar una vuelta por la ciudad.

Cuando llegué a casa, cogí el modelito para guardarlo en el cajón, pero en ese momento se me ocurrió una maldad.

¿Y si le daba una sorpresa a mi Cari con el modelito puesto al llegar?

No me decido porque igual el pobre, poco acostumbrado a estas cosas, se muere de un infarto al corazón allí mismo, en la puerta, así que lo guardo en su cajón.

Son las 8.30. Cari acaba de aterrizar. Me manda un mensaje diciendo que ya está en el taxi y que en 25 minutos llega a casa.

Decido que le voy a ir a esperar al rellano de la escalera delante del ascensor.

Nuestra casa tiene un rellano muy pequeño. Somos sólo dos pisos y sé que el vecino no está porque pasa el verano en Estepona.

Así que, en un ataque de locura, me pongo el modelito y una bata para salir a recibirlo.

Cuando oigo que el coche para debajo de nuestra casa voy corriendo y me coloco delante del ascensor.

Sé que es él, porque le oigo hablar con alguien por el móvil.

Cuando la puerta comienza a entreabrirse, yo me abro la bata y le digo:

-Hola, Cariño. Te estaba esperando.

La cara de Cari es un poema. Ya sabía yo que iba a darle un infarto

Cuando la puerta termina de abrirse, veo a mi vecino del tercero que había coincidió con Cari en el portal y subían juntos y dice en un tono jocoso:

-Ahora me explico lo de los tres niños.

Yo me cubro inmediatamente y echo a correr para casa. ¡Qué vergüenza!

Cari pone los ojos mirando al cielo y dice con mucha guasa:

-Sí, en esta vida todo tiene una explicación- y entra en casa.

Cuando cierra la puerta, se pone a reír como un loco, me da un beso y me dice:

-Has puesto muy alto el listón de las bienvenidas en el barrio. Buenos días, Cariño.

Posted on 28/08/2016 Home, Pingüineando/ Penguin..., Últimos post 0 1703

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Vosotros que tenéis hijos sabéis lo difícil que es poder disfrutar de un poco de tiempo en pareja. Yo, particularmente con tres hijos, no tengo vida en pareja. Siempre hay uno o varios niños en medio de cualquier conversación que queramos tener o de cualquier cóctel que queramos tomar y cualquier cena con velitas para dos se amplia, en mi caso, siempre a 5.

 

Si a esto le sumamos los viajes por el amplio mundo que tiene mi Cari, el asunto se nos complica aún más.

Así que decidí que a esto había que ponerle un freno y me propuse pasar 24 horas enteritas a solas con mi marido.

Miro el calendario, estudio los viajes de Cari, hablo con mi hermana, con mis padres y con mi cuñado y empiezo a encajar todas las piezas una a una.

Porque, no os creáis… cuantos más niños tienes, más difícil es conseguir que todos se vayan a dormir fuera el mismo día.

Logro que dos tengan planes para pasar la noche fuera -la mayor con una amiga y la pequeña con su prima- pero en las siguientes 3 semanas no consigo de ninguna manera que mi hijo abandone el hogar familiar.

Me siento un poco frustrada, la verdad. A veces, poder pasar unas horas juntos necesita tanta logística que se te quitan las ganas de nada sólo por el esfuerzo que requiere.

 

Pero los ángeles deciden que este va a ser mi mes y, en ese momento de desesperación, me llama mi vecina Naty.

-Hola, ¿cómo os va el verano?

- Muy bien, ¿y a vosotros?

- Todos bien. Mañana nos vamos al pueblo y estábamos pensando si nos podíamos llevar al niño con nosotros.

- Cuando dices el niño, ¿te refieres al mío?

- Sí, al tuyo. Si fuera al mío no te llamaría para pedirte permiso.

- ¿Y cuánto tiempo?

- Bueno, pues un día o dos y te lo mando a casa otra vez. No te preocupes.

- Que se vaya el viernes con vosotros y el lunes le voy yo a recoger- le digo a Naty.

-Perfecto, pues quedamos así entonces.

¡Ayyy, qué bien! ¡Que lo voy a conseguir!

Miro el calendario. Cari llega el sábado en el avión que aterriza a las 8.30 de la mañana así que, si dejo a las niñas a dormir el viernes con sus amigas/primas, cuando él llegue estaré sola. Genial.

No le voy a decir nada a Cari, que sea una sorpresa. Un regalo. 24 horas solos.

Pero se me ocurre que ya voy a estar libre desde la tarde del viernes, así que marco el número de mi amiga Rebeca.

 - Estoy libre el viernes, ¿qué vas a hacer?

- Pareces un taxi, ¿y por qué estas libre?- me pregunta

- Porque los niños van a pasar una noche fuera y yo voy a esperar a que vuelva Cari con los brazos abiertos.

- Ah, entonces ya sé lo que vamos a hacer. Te voy a llevar a comprarte un modelito para el momento.

- No voy a perder el tiempo con esas tonterías pudiendo ir a tomar un café.

- ¿Cuándo fue la última vez que te quedaste sola con Cari? ¿En 2008? Necesitas un modelito y de los atrevidos.

- Rebeca, que no me interesa.

- Te paso a buscar a las 18.30 y vamos- me contesta haciendo caso omiso a lo que le acabo de decir. 

Os voy a ahorrar los detalles. Fuimos y me compré el modelito que mi amiga Rebeca eligió por mí con la idea de guardarlo en un cajón y así poder ir a tomar el café tranquilas.

La verdad es que se me había olvidado lo que era tomar un café sin tener que estar vigilando o mandando callar a los niños. Me supo a gloria. Después del café, me fui yo sola a dar una vuelta por la ciudad.

Cuando llegué a casa, cogí el modelito para guardarlo en el cajón, pero en ese momento se me ocurrió una maldad.

¿Y si le daba una sorpresa a mi Cari con el modelito puesto al llegar?

No me decido porque igual el pobre, poco acostumbrado a estas cosas, se muere de un infarto al corazón allí mismo, en la puerta, así que lo guardo en su cajón.

Son las 8.30. Cari acaba de aterrizar. Me manda un mensaje diciendo que ya está en el taxi y que en 25 minutos llega a casa.

Decido que le voy a ir a esperar al rellano de la escalera delante del ascensor.

Nuestra casa tiene un rellano muy pequeño. Somos sólo dos pisos y sé que el vecino no está porque pasa el verano en Estepona.

Así que, en un ataque de locura, me pongo el modelito y una bata para salir a recibirlo.

Cuando oigo que el coche para debajo de nuestra casa voy corriendo y me coloco delante del ascensor.

Sé que es él, porque le oigo hablar con alguien por el móvil.

Cuando la puerta comienza a entreabrirse, yo me abro la bata y le digo:

-Hola, Cariño. Te estaba esperando.

La cara de Cari es un poema. Ya sabía yo que iba a darle un infarto

Cuando la puerta termina de abrirse, veo a mi vecino del tercero que había coincidió con Cari en el portal y subían juntos y dice en un tono jocoso:

-Ahora me explico lo de los tres niños.

Yo me cubro inmediatamente y echo a correr para casa. ¡Qué vergüenza!

Cari pone los ojos mirando al cielo y dice con mucha guasa:

-Sí, en esta vida todo tiene una explicación- y entra en casa.

Cuando cierra la puerta, se pone a reír como un loco, me da un beso y me dice:

-Has puesto muy alto el listón de las bienvenidas en el barrio. Buenos días, Cariño.

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