El Spray

El Spray

Desde que nos mudamos de casa esto es un no parar de gastos y yo, que soy como una hormiguita, decidí pintar las sillas del comedor en vez de comprar unas nuevas y así ahorrar un poco.

Me compré 3 botes de spray y, para no manchar toda la casa, decidí ir a hacerlo a un lugar abierto.

Escogí el aparcamiento de la Universidad, que es muy grande y casi nunca hay gente. Así no molestaría a nadie.

Aparqué el coche, llené el suelo de plásticos protectores para no manchar el firme y saqué las sillas. Empecé por la primera con bastante miedo pensando que la iba a estropear, pero no, la verdad es que la silla quedó más que aceptable. La pinté por delante, por detrás y por debajo. Perfecta.

Así hice con la segunda, la tercera y la cuarta. Cuando ya llevaba dos pintadas, me acordé de que Cari me había dicho que me pusiera una mascarilla protectora porque la pintura en spray es bastante tóxica.

Yo, como podréis imaginar, no le hice ni caso, así que cuando iba a empezar por la tercera ya me encontraba bastante mareada, pero continué hasta que terminé.

De repente, no me digáis por qué, pensé, ¿qué puede pasar si hago un grafiti chiquitito, chiquitito aquí, en el muro del aparcamiento de la Universidad?

Nada, porque casi no se va a ver.

Me emocioné yo sola, cogí lo que me quedaba de spray y para la pared directa que me fui.

Allí estuve un buen rato, porque no os creáis que dejar una impronta tan importante no lleva su proceso creativo.

No me decidía, ¿ponía mi firma?, ¿un Cari, te quiero para siempre? o ¿un corazón?

Decidí poner una M metida en un círculo, así que apreté el botón del spray.

Ufff ,estaba súper emocionada

- ¿Se lo pasa usted bien, Señora?

- Ahhhggggg- grité- del susto me di la vuelta apretando el botón del spray y veo como el chorro negro pinta toda la boca y el cuello del policía que tenía detrás de mí.

- Ay, ay, ay, perdón, perdón, perdón. Espere, espere, que tengo toallitas en el bolso y se lo limpio - Me agacho a meter la mano en el bolso.

- Señora, deje el bolso, no se mueva.

- Pero es que se lo limpio en un segundo…

- Señora, ponga las manos en alto y estese quieta.

- Un segundito, ahora mismo… - y, de repente, el policía me coge del brazo y me hace una llave de karate, me tira al suelo boca abajo y se pone encima de mí.

- Estese quieta, Señora.

La verdad es que, entre la voltereta que acababa de hacerme el policía y la pintura tenía un mareo que no sabía lo que me había pasado y sólo se me ocurre decir:

- ¡Quiero hablar con mi abogado!

- Señora, por favor, no sea peliculera.

Y pienso para mis adentros, ¿peliculera yo?.Oye, pues no soy yo la que ha hecho una llave de karate a una mujer armada con un spray de pintura y está sentado encima de mi como si fuera una criminal con un arsenal encima.

-¡Abogado! Quiero llamar a mi abogadaaaa.

De repente se oye a SIRI de mi IPhone:

-Llamando a: Abogada.

¡Ay! ¡Cuánto me alegré! Empecé a chillar a ver si me oía porque tenía el teléfono en el bolsillo de la camisa.

-¡Ven a por mí que estoy en el aparcamiento de la Universidad con un policía encima!

Luego lo pensé y la verdad es que sonaba fatal, pero es lo que tiene la urgencia.

Mi abogada apareció enseguida pensando que me estaban matando o algo así.

Cuando llegamos a la comisaría, mi hermana, que es mi abogada, se encargó de todo. Me tomaron declaración, pero como lo único que había hecho en realidad era pintarle la cara al policía, al poco tiempo me dejaron salir.

El policía le dijo a mi hermana:

-Dígale a su clienta, que la próxima vez que quiera hacer una gamberrada, que no se coloque debajo de la cámara de seguridad de la Universidad, que los guardias llevaban 20 minutos viéndola con el spray en la mano.

¡Ay! ¡Qué dura es la vida de la mujer madura gamberra!

Posted on 22/05/2016 Home, Pingüineando/ Penguin... 0 1593

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Desde que nos mudamos de casa esto es un no parar de gastos y yo, que soy como una hormiguita, decidí pintar las sillas del comedor en vez de comprar unas nuevas y así ahorrar un poco.

Me compré 3 botes de spray y, para no manchar toda la casa, decidí ir a hacerlo a un lugar abierto.

Escogí el aparcamiento de la Universidad, que es muy grande y casi nunca hay gente. Así no molestaría a nadie.

Aparqué el coche, llené el suelo de plásticos protectores para no manchar el firme y saqué las sillas. Empecé por la primera con bastante miedo pensando que la iba a estropear, pero no, la verdad es que la silla quedó más que aceptable. La pinté por delante, por detrás y por debajo. Perfecta.

Así hice con la segunda, la tercera y la cuarta. Cuando ya llevaba dos pintadas, me acordé de que Cari me había dicho que me pusiera una mascarilla protectora porque la pintura en spray es bastante tóxica.

Yo, como podréis imaginar, no le hice ni caso, así que cuando iba a empezar por la tercera ya me encontraba bastante mareada, pero continué hasta que terminé.

De repente, no me digáis por qué, pensé, ¿qué puede pasar si hago un grafiti chiquitito, chiquitito aquí, en el muro del aparcamiento de la Universidad?

Nada, porque casi no se va a ver.

Me emocioné yo sola, cogí lo que me quedaba de spray y para la pared directa que me fui.

Allí estuve un buen rato, porque no os creáis que dejar una impronta tan importante no lleva su proceso creativo.

No me decidía, ¿ponía mi firma?, ¿un Cari, te quiero para siempre? o ¿un corazón?

Decidí poner una M metida en un círculo, así que apreté el botón del spray.

Ufff ,estaba súper emocionada

- ¿Se lo pasa usted bien, Señora?

- Ahhhggggg- grité- del susto me di la vuelta apretando el botón del spray y veo como el chorro negro pinta toda la boca y el cuello del policía que tenía detrás de mí.

- Ay, ay, ay, perdón, perdón, perdón. Espere, espere, que tengo toallitas en el bolso y se lo limpio - Me agacho a meter la mano en el bolso.

- Señora, deje el bolso, no se mueva.

- Pero es que se lo limpio en un segundo…

- Señora, ponga las manos en alto y estese quieta.

- Un segundito, ahora mismo… - y, de repente, el policía me coge del brazo y me hace una llave de karate, me tira al suelo boca abajo y se pone encima de mí.

- Estese quieta, Señora.

La verdad es que, entre la voltereta que acababa de hacerme el policía y la pintura tenía un mareo que no sabía lo que me había pasado y sólo se me ocurre decir:

- ¡Quiero hablar con mi abogado!

- Señora, por favor, no sea peliculera.

Y pienso para mis adentros, ¿peliculera yo?.Oye, pues no soy yo la que ha hecho una llave de karate a una mujer armada con un spray de pintura y está sentado encima de mi como si fuera una criminal con un arsenal encima.

-¡Abogado! Quiero llamar a mi abogadaaaa.

De repente se oye a SIRI de mi IPhone:

-Llamando a: Abogada.

¡Ay! ¡Cuánto me alegré! Empecé a chillar a ver si me oía porque tenía el teléfono en el bolsillo de la camisa.

-¡Ven a por mí que estoy en el aparcamiento de la Universidad con un policía encima!

Luego lo pensé y la verdad es que sonaba fatal, pero es lo que tiene la urgencia.

Mi abogada apareció enseguida pensando que me estaban matando o algo así.

Cuando llegamos a la comisaría, mi hermana, que es mi abogada, se encargó de todo. Me tomaron declaración, pero como lo único que había hecho en realidad era pintarle la cara al policía, al poco tiempo me dejaron salir.

El policía le dijo a mi hermana:

-Dígale a su clienta, que la próxima vez que quiera hacer una gamberrada, que no se coloque debajo de la cámara de seguridad de la Universidad, que los guardias llevaban 20 minutos viéndola con el spray en la mano.

¡Ay! ¡Qué dura es la vida de la mujer madura gamberra!

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