El encierro

El encierro

 

Día 1 de encierro

 

Viernes por la tarde. Se bajan los 3 del autobús. Todo bien, vamos a preparar el fin de semana en familia.

Mensaje de Cari: ha perdido la conexión en Kuala Lumpur y hasta el domingo por la noche no conseguirá venir y como ,“total”, se tiene que ir a Boston, pues ya… ¿para qué va a pasar por aquí?

Eso digo yo, ¿para qué? Que le lave la ropa su madre.

 

Todo esto me lo cuenta por WhatsApp que es un medio muy escudo, no tienes que oír el tono de voz de la otra persona entre alucinada y enfadada.

 

Voy pensando todo esto yo sola cuando llegamos al portal y mi hija vomita. ¡Empezamos bien el fin de semana! ¡Sí, señor!

 

Digo barbaridades en italiano que siempre me descarga de adrenalina. Subo a los niños a casa, cojo el cubo y la fregona, bajo, limpio todo, vuelvo a subir, me armo de termómetro, Dalsy, bolsas de plástico, cubo y voy a ver cómo está.

38,9, dolor corporal, vómitos y dolor de cabeza. Diagnóstico preciso: gripe.

 

Yo tengo un cinturón de enfermera que me compré en una tienda de herramientas en el que meto el termómetro, las medicinas, las jeringuillas mono dosis, los chocolates post medicinas y el desinfectante de la casa.

Me pongo el cinturón, me armo con todo el arsenal, me doy la vuelta y me encuentro a la Fontana di Trevi en el pasillo con mi hijo vomitando, pero lo mejor es cuando miro un poco más allá y veo que mi hija pequeña no ha podido aguantar la diarrea y se lo ha hecho todo encima…encima, debajo y por todos lados.

 

No pienso, actúo: los cojo, los meto en la ducha, los pongo a remojo, los dejo como los chorros del oro, los meto en la cama, les doy el Dalsy y me pongo a limpiar.

 

Día 2 de encierro, sábado

Fiebre: 39

Improperios enviados por WhatsApp a Cari: 1 cada hora. Respuestas: 0, sin cobertura.

Horas de lloros y gritos: 24

Veces que he oído “Mamá”, en la 2.354 perdí la cuenta.

Comida en la despensa: macarrones, tomate frito, atún en aceite.

He tirado dos colchones en el suelo de mi habitación y nos hemos puesto los 4 a dormir en el mismo cuarto.

Estoy intentando coordinar la toma de Dalsy para hacerlo todo a la vez. De momento, doy Dalsy cada dos horas continuamente.

 

Día 3 de encierro, domingo

Fiebre: 39 grados

Improperios lanzados por WhatsApp a Cari: incontables. Respuestas: 0.

Palabras cariñosas de Cari en el contestador: innumerables. Llamadas perdidas porque no le cojo: 22.

Comida en la despensa: fideos, salsa de tomate y atún en aceite.

Estado de la habitación: no cabe nada más, hay cubos por todas partes, mantas, almohadas, es como el cuadro del apocalipsis.

 

Empiezo a pensar en el Chapo y en el túnel que voy a escavar para marcharme de esta casa. Si lo hago con el taladro y con la broca del 12 y teniendo en cuenta que la paredes son de pladur, para las 6 estoy fuera.

Compro online el Dalsy y hago la compra en Mercadona también por Internet. No veo el momento de que llegue a las 9 el chico del reparto y tener una conversación adulta.

 

Día 4 de encierro, lunes

Fiebre: 39 grados

Improperios enviados a Cari: se me ha acabado el repertorio.

Veces que han dicho “Mamá”: 100 elevado a la enésima potencia. Lágrimas y gritos: millones. Tengo en los oídos un pitido constante.

Llega el de Mercadona. Yo le estaba esperando con un café y un bollo. Le digo que se siente y que desayune tranquilamente. Me mira flipado y me dice que le quedan aún 6 pedidos por entregar y que no le está permitido alternar con los clientes. ¿Alternar? Si yo sólo quiero un poco de conversación que llevo 4 días encerrada aquí porque mis hijos tienen gripe.

Oye, ni que hubiera dicho la peste, salió como alma que lleva el diablo.

 

 

Día 5 de encierro

Fiebre 39 grados

Improperios lanzados a Cari: ninguno. Me he incomunicado, he tirado el móvil en un ataque de histeria.

Cojo el taladro y me lo coloco en el cinturón de enfermera, con la broca del 12 para aluminio.

Tengo que ensayar, necesito hacer un agujero en la pared que me comunique con el exterior. Decido taladrar un trocito de pared. Es divertido, decido hacer otro y luego otro. Oye, al cuarto agujero sin terminar se cae un trozo enorme de pared hacia fuera y por el mega agujero veo a mi vecina que me dice: ¿Qué, te diviertes? ¿Te ayudo? ¿Abrimos el tabique y vivimos juntas?

Me he equivocado de pared. Mecachis, es por la desorientación.

Le contesto: ¡Ay Paula, perdona! ¿puedo pasar a tu casa y me invitas a un café?

Sí, sí, pasa, que tengo a los niños malos y hace 3 días que no hablo con un adulto.

 

Je je, hemos decidido dejar el agujero abierto con un cuadro delante para que no se enteren nuestros Caris.

Posted on 28/02/2016 Home, Vamos a pingüinear/Penguin... 0 1982

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Viernes por la tarde. Se bajan los 3 del autobús. Todo bien, vamos a preparar el fin de semana en familia.

Mensaje de Cari: ha perdido la conexión en Kuala Lumpur y hasta el domingo por la noche no conseguirá venir y como ,“total”, se tiene que ir a Boston, pues ya… ¿para qué va a pasar por aquí?

Eso digo yo, ¿para qué? Que le lave la ropa su madre.

 

Todo esto me lo cuenta por WhatsApp que es un medio muy escudo, no tienes que oír el tono de voz de la otra persona entre alucinada y enfadada.

 

Voy pensando todo esto yo sola cuando llegamos al portal y mi hija vomita. ¡Empezamos bien el fin de semana! ¡Sí, señor!

 

Digo barbaridades en italiano que siempre me descarga de adrenalina. Subo a los niños a casa, cojo el cubo y la fregona, bajo, limpio todo, vuelvo a subir, me armo de termómetro, Dalsy, bolsas de plástico, cubo y voy a ver cómo está.

38,9, dolor corporal, vómitos y dolor de cabeza. Diagnóstico preciso: gripe.

 

Yo tengo un cinturón de enfermera que me compré en una tienda de herramientas en el que meto el termómetro, las medicinas, las jeringuillas mono dosis, los chocolates post medicinas y el desinfectante de la casa.

Me pongo el cinturón, me armo con todo el arsenal, me doy la vuelta y me encuentro a la Fontana di Trevi en el pasillo con mi hijo vomitando, pero lo mejor es cuando miro un poco más allá y veo que mi hija pequeña no ha podido aguantar la diarrea y se lo ha hecho todo encima…encima, debajo y por todos lados.

 

No pienso, actúo: los cojo, los meto en la ducha, los pongo a remojo, los dejo como los chorros del oro, los meto en la cama, les doy el Dalsy y me pongo a limpiar.

 

Día 2 de encierro, sábado

Fiebre: 39

Improperios enviados por WhatsApp a Cari: 1 cada hora. Respuestas: 0, sin cobertura.

Horas de lloros y gritos: 24

Veces que he oído “Mamá”, en la 2.354 perdí la cuenta.

Comida en la despensa: macarrones, tomate frito, atún en aceite.

He tirado dos colchones en el suelo de mi habitación y nos hemos puesto los 4 a dormir en el mismo cuarto.

Estoy intentando coordinar la toma de Dalsy para hacerlo todo a la vez. De momento, doy Dalsy cada dos horas continuamente.

 

Día 3 de encierro, domingo

Fiebre: 39 grados

Improperios lanzados por WhatsApp a Cari: incontables. Respuestas: 0.

Palabras cariñosas de Cari en el contestador: innumerables. Llamadas perdidas porque no le cojo: 22.

Comida en la despensa: fideos, salsa de tomate y atún en aceite.

Estado de la habitación: no cabe nada más, hay cubos por todas partes, mantas, almohadas, es como el cuadro del apocalipsis.

 

Empiezo a pensar en el Chapo y en el túnel que voy a escavar para marcharme de esta casa. Si lo hago con el taladro y con la broca del 12 y teniendo en cuenta que la paredes son de pladur, para las 6 estoy fuera.

Compro online el Dalsy y hago la compra en Mercadona también por Internet. No veo el momento de que llegue a las 9 el chico del reparto y tener una conversación adulta.

 

Día 4 de encierro, lunes

Fiebre: 39 grados

Improperios enviados a Cari: se me ha acabado el repertorio.

Veces que han dicho “Mamá”: 100 elevado a la enésima potencia. Lágrimas y gritos: millones. Tengo en los oídos un pitido constante.

Llega el de Mercadona. Yo le estaba esperando con un café y un bollo. Le digo que se siente y que desayune tranquilamente. Me mira flipado y me dice que le quedan aún 6 pedidos por entregar y que no le está permitido alternar con los clientes. ¿Alternar? Si yo sólo quiero un poco de conversación que llevo 4 días encerrada aquí porque mis hijos tienen gripe.

Oye, ni que hubiera dicho la peste, salió como alma que lleva el diablo.

 

 

Día 5 de encierro

Fiebre 39 grados

Improperios lanzados a Cari: ninguno. Me he incomunicado, he tirado el móvil en un ataque de histeria.

Cojo el taladro y me lo coloco en el cinturón de enfermera, con la broca del 12 para aluminio.

Tengo que ensayar, necesito hacer un agujero en la pared que me comunique con el exterior. Decido taladrar un trocito de pared. Es divertido, decido hacer otro y luego otro. Oye, al cuarto agujero sin terminar se cae un trozo enorme de pared hacia fuera y por el mega agujero veo a mi vecina que me dice: ¿Qué, te diviertes? ¿Te ayudo? ¿Abrimos el tabique y vivimos juntas?

Me he equivocado de pared. Mecachis, es por la desorientación.

Le contesto: ¡Ay Paula, perdona! ¿puedo pasar a tu casa y me invitas a un café?

Sí, sí, pasa, que tengo a los niños malos y hace 3 días que no hablo con un adulto.

 

Je je, hemos decidido dejar el agujero abierto con un cuadro delante para que no se enteren nuestros Caris.

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