La mega aventura

La mega aventura

Ahora mismo estoy en los brazos de un fornido y guapísimo bombero, con los ojos azules, cachas a más no poder. Se parece al protagonista de El Príncipe. No me quiero bajar de aquí.

 ¿Que cómo he conseguido que el cuerpo de bomberos me coja en sus brazos?

Ahora os lo cuento.

Imaginaos: Email del colegio donde piden 5 padres voluntarios para acompañar a niños y profesores a una excursión por la Senda del Oso en Asturias.

Yo me apunto, ni corta ni perezosa. Un día en la naturaleza con los osos me parece de lo más prometedor. No sigo leyendo la agenda del día, la verdad; veo osos, excursión y me apunto.

 Llega el día. ¡Qué ilusión! Me toca ser monitora de uno de los autobuses. Cojo el micrófono y canto todo lo que se puede cantar: Vamos a contar mentiras, Un elefante se balanceaba y hasta Yo tengo un moco, lo saco poco a poco… No os podéis imaginar lo que disfrutan esos niños. Cuando ya me encuentro en la cumbre de mi actuación en un arrebato les canto Mi carro de Manolo Escobar, cultura popular porque a los niños de hoy en día los sacas de Shakira y Justin Bieber y no se saben ni una canción.

Un plus me tendría que dar el colegio por semejante lección magistral.

Llegamos a Teverga, y la Senda del Oso parece ser que se hace en bicicleta. Genial, hago spinning todos los días, esto está chupado.

Nos dan unas pañoletas identificativas naranjas para anudar en el cuello a cada uno de los de mi grupo, en total 1 profe (Joaquín) y 12 niños.

Nos montamos en las bicis y ayudamos a los más pequeños a subir por la montaña, que la verdad les costó un poco, pero llegamos y allí estaban Paca y Tola, las osas. Precioso.

Terminamos la visita y yo ya enfilo la montaña hacia abajo cuando Joaquín, el profe, me dice: ¿A dónde vas? Si aún nos queda lo mejor.

Y le digo: ¿Ah, sí? ¿y qué es?

La macro aventura y  la caza del tesoro -me contesta Joaquín

¡Qué guay!- pienso, ahora vamos a vivir una aventura y vamos a encontrar un tesoro. ¡Me encanta!

Estoy que no quepo en mi de la excitación. Soy buenísima encontrando cosas, mi equipo y yo vamos a ser los campeones. Ya nos imagino en la foto de equipo subidos al pódium.

Tenemos que caminar como 20 minutos para llegar al sitio donde se desarrolla la aventura. Cada vez nos adentramos más en el bosque, las vistas son una maravilla.

Llegamos a Mega Astur Aventura. Lo primero que nos dicen es que nos coloquemos los arneses bien apretados por las piernas.

-¿Arneses?¿Apretados? ¿Para qué?

-Pues para subir al paseo entre árboles a 12 metros de altura- dice Joaquín

-¿Errrh?¿Perdona? ¿Y cómo se sube hasta ahí?

¿Pero no te has estudiado la agenda de la excursión?

-Sí... sí, claro, perdona…es que se me había olvidado.

 

Yo no es que tenga vértigo, ¡el vértigo me tiene a mi!. Es subir por encima del nivel del mar y ya estoy paralizada.

 

Pero claro, ¿cómo voy a admitir que no me había leído la agenda del día?

 

Imaginad un árbol de 12 metros, seguido de otros millones de árboles de 12 metros. A 10 metros sobre el suelo han hecho unas pasarelas de cuerdas que unen un árbol con el otro, y esa es la aventura.

Kilómetro y medio de recorrido, sobre ríos y vegetaciones varias, hasta llegar al final donde nos espera una tirolina.

 

Cuando veo que al árbol se sube por una escalera hecha con dos cuerdas y palos a modo de travesaño me quedo sin respiración.

Señor, ¿por qué?, ¿por qué yo no sigo leyendo a partir de la 4ª línea? ¿por qué me has dado este déficit de atención junto con este vértigo?

 

Intento quedarme la última de mi grupo, pero los niños están emocionados y me empujan, obligándome a subir.

 

Con el tembleque de las piernas no soy capaz de atinar dónde pongo el pie. En el segundo travesaño ya estoy a punto de matarme y oigo:

Venga Mami, que estás haciendo cola - yo a esa niña la mato.

 

Hago un esfuerzo sobrehumano por subir los 14 peldaños que me quedan, me mentalizo y consigo llegar arriba.

Pero lo que no puedo superar es tener que caminar sobre tres cuerdas en forma de triángulo, dos a los lados para las manos y una tercera a modo de suelo.

Se mueven nada más mirarlas, y están lejos, exageradamente lejos del suelo.

El niño de atrás me empuja, casi me salgo por el lateral. Pienso, Mejor camino porque me va a  tirar al suelo, pero cuando llego a mitad del camino, mi cuerpo se paraliza y no puedo hacer nada más que dejarme llevar por el ataque de pánico.

 

Me pongo a llorar y a gritar: Que alguien me baje de aquiiiií. Lo digo sin parar y sin dejar de gritar. Grito mucho, lloro mucho más.

 

Sube uno de los monitores responsables de la aventura a ver si consigue llevarme al otro árbol- para el cual me quedan 5 metros- y bajarme por la salida de emergencia que hay en cada uno de ellos.

 

Imposible. Cuando intenta acercarse le grito: No te muevas más que estás moviendo la cuerda.

-No te preocupes que la cuerdas están hechas para no volcar y llevas un arnés.- me dice

-¡Me da igual para lo que estén hechas! - mantengo los ojos cerrados con toda la fuerza del mundo.

Después de 40 minutos así, los responsables del centro deciden pedir ayuda a la Policía, creo que para no oírme más. Vienen los bomberos.

 

Con un carrito mini grúa, el bombero sube hasta mi altura y con mucho cariño me dice:

No te preocupes que te he traído el suelo hasta aquí arriba.

 

Madre mía, ¡qué frase!

 

Abro los ojos y en ese momento me coge en brazos y pensé: ¡Vaya! Esta sí que es una maravilla de la naturaleza.

 

Bueno, pues ya sabéis donde trabaja este mega bombero. ¡Animaos!

Posted on 21/02/2016 Home, Vamos a pingüinear/Penguin... 0 1914

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Ahora mismo estoy en los brazos de un fornido y guapísimo bombero, con los ojos azules, cachas a más no poder. Se parece al protagonista de El Príncipe. No me quiero bajar de aquí.

 ¿Que cómo he conseguido que el cuerpo de bomberos me coja en sus brazos?

Ahora os lo cuento.

Imaginaos: Email del colegio donde piden 5 padres voluntarios para acompañar a niños y profesores a una excursión por la Senda del Oso en Asturias.

Yo me apunto, ni corta ni perezosa. Un día en la naturaleza con los osos me parece de lo más prometedor. No sigo leyendo la agenda del día, la verdad; veo osos, excursión y me apunto.

 Llega el día. ¡Qué ilusión! Me toca ser monitora de uno de los autobuses. Cojo el micrófono y canto todo lo que se puede cantar: Vamos a contar mentiras, Un elefante se balanceaba y hasta Yo tengo un moco, lo saco poco a poco… No os podéis imaginar lo que disfrutan esos niños. Cuando ya me encuentro en la cumbre de mi actuación en un arrebato les canto Mi carro de Manolo Escobar, cultura popular porque a los niños de hoy en día los sacas de Shakira y Justin Bieber y no se saben ni una canción.

Un plus me tendría que dar el colegio por semejante lección magistral.

Llegamos a Teverga, y la Senda del Oso parece ser que se hace en bicicleta. Genial, hago spinning todos los días, esto está chupado.

Nos dan unas pañoletas identificativas naranjas para anudar en el cuello a cada uno de los de mi grupo, en total 1 profe (Joaquín) y 12 niños.

Nos montamos en las bicis y ayudamos a los más pequeños a subir por la montaña, que la verdad les costó un poco, pero llegamos y allí estaban Paca y Tola, las osas. Precioso.

Terminamos la visita y yo ya enfilo la montaña hacia abajo cuando Joaquín, el profe, me dice: ¿A dónde vas? Si aún nos queda lo mejor.

Y le digo: ¿Ah, sí? ¿y qué es?

La macro aventura y  la caza del tesoro -me contesta Joaquín

¡Qué guay!- pienso, ahora vamos a vivir una aventura y vamos a encontrar un tesoro. ¡Me encanta!

Estoy que no quepo en mi de la excitación. Soy buenísima encontrando cosas, mi equipo y yo vamos a ser los campeones. Ya nos imagino en la foto de equipo subidos al pódium.

Tenemos que caminar como 20 minutos para llegar al sitio donde se desarrolla la aventura. Cada vez nos adentramos más en el bosque, las vistas son una maravilla.

Llegamos a Mega Astur Aventura. Lo primero que nos dicen es que nos coloquemos los arneses bien apretados por las piernas.

-¿Arneses?¿Apretados? ¿Para qué?

-Pues para subir al paseo entre árboles a 12 metros de altura- dice Joaquín

-¿Errrh?¿Perdona? ¿Y cómo se sube hasta ahí?

¿Pero no te has estudiado la agenda de la excursión?

-Sí... sí, claro, perdona…es que se me había olvidado.

 

Yo no es que tenga vértigo, ¡el vértigo me tiene a mi!. Es subir por encima del nivel del mar y ya estoy paralizada.

 

Pero claro, ¿cómo voy a admitir que no me había leído la agenda del día?

 

Imaginad un árbol de 12 metros, seguido de otros millones de árboles de 12 metros. A 10 metros sobre el suelo han hecho unas pasarelas de cuerdas que unen un árbol con el otro, y esa es la aventura.

Kilómetro y medio de recorrido, sobre ríos y vegetaciones varias, hasta llegar al final donde nos espera una tirolina.

 

Cuando veo que al árbol se sube por una escalera hecha con dos cuerdas y palos a modo de travesaño me quedo sin respiración.

Señor, ¿por qué?, ¿por qué yo no sigo leyendo a partir de la 4ª línea? ¿por qué me has dado este déficit de atención junto con este vértigo?

 

Intento quedarme la última de mi grupo, pero los niños están emocionados y me empujan, obligándome a subir.

 

Con el tembleque de las piernas no soy capaz de atinar dónde pongo el pie. En el segundo travesaño ya estoy a punto de matarme y oigo:

Venga Mami, que estás haciendo cola - yo a esa niña la mato.

 

Hago un esfuerzo sobrehumano por subir los 14 peldaños que me quedan, me mentalizo y consigo llegar arriba.

Pero lo que no puedo superar es tener que caminar sobre tres cuerdas en forma de triángulo, dos a los lados para las manos y una tercera a modo de suelo.

Se mueven nada más mirarlas, y están lejos, exageradamente lejos del suelo.

El niño de atrás me empuja, casi me salgo por el lateral. Pienso, Mejor camino porque me va a  tirar al suelo, pero cuando llego a mitad del camino, mi cuerpo se paraliza y no puedo hacer nada más que dejarme llevar por el ataque de pánico.

 

Me pongo a llorar y a gritar: Que alguien me baje de aquiiiií. Lo digo sin parar y sin dejar de gritar. Grito mucho, lloro mucho más.

 

Sube uno de los monitores responsables de la aventura a ver si consigue llevarme al otro árbol- para el cual me quedan 5 metros- y bajarme por la salida de emergencia que hay en cada uno de ellos.

 

Imposible. Cuando intenta acercarse le grito: No te muevas más que estás moviendo la cuerda.

-No te preocupes que la cuerdas están hechas para no volcar y llevas un arnés.- me dice

-¡Me da igual para lo que estén hechas! - mantengo los ojos cerrados con toda la fuerza del mundo.

Después de 40 minutos así, los responsables del centro deciden pedir ayuda a la Policía, creo que para no oírme más. Vienen los bomberos.

 

Con un carrito mini grúa, el bombero sube hasta mi altura y con mucho cariño me dice:

No te preocupes que te he traído el suelo hasta aquí arriba.

 

Madre mía, ¡qué frase!

 

Abro los ojos y en ese momento me coge en brazos y pensé: ¡Vaya! Esta sí que es una maravilla de la naturaleza.

 

Bueno, pues ya sabéis donde trabaja este mega bombero. ¡Animaos!

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