El miedo

El miedo

¿Sabéis cual es esa sensación en medio de la noche cuando aún no has tenido que levantarte a dar agua, leche o biberón a tus hijos y estás medio despierta porque ya la costumbre te hace dormitar a duermevela?

 

Pues en ese punto estaba yo cuando, de repente, oigo llorar a mi hija.

Me levanto y voy al cuarto de la peque a ver qué le pasa. Está dormida como un tronco.

Vuelvo a acostarme y a la media hora la oigo toser. Me levanto de nuevo y voy a ver a la pequeña: sigue dormida. La mediana duerme plácidamente en su litera, y el mayor no ha tosido, estoy segura.

De vuelta en la cama, pienso: ¡Qué raro! Debo estar tan dormida que la oigo en sueños, pero ya me quedo mosqueada, porque cuando Cari está de viaje, me suelen pasar estas cosas.

Me vuelvo a dormir, vuelven a llorar, me vuelvo a despertar, me vuelvo a levantar. Voy y no hay nadie llorando. Ya me entra un miedo que me quedo paralizada en el cuarto de las niñas y cogida a las literas, me pongo a llorar.

Subo corriendo a la cama de mi hija mediana y le digo:

Despiértate que tengo miedo.

Me mira y, sin decir nada, me coge la cabeza, me la apoya en su hombro y me dice: Chssss, no pasa nada, solo era una pesadilla.

Tienes razón, cariño -le dije- Es una pesadilla. ¿Te vienes conmigo a mi cama y así dormimos mas cómodas?

Sí, Mami, claro que sí.

Nos dormimos las dos abrazaditas dándonos ánimos la una a la otra cuando, de repente, oímos: Mami… dame agua.

¡Aaahhhhhhh! Nos pusimos a chillar como dos locas.

Del rincón de mi cuarto salía una voz de niña que pedía agua… ¡Socorro, esta casa está poseída!

Salimos chillando, moviendo los brazos tipo molinillo como locas, no echamos a volar de puro milagro. Nos metimos en el cuarto de mi hijo, ni Carl Lewis hace los 10 metros pasillo en menos tiempo.

Nos metimos en su cama de un salto y a mi pobre hijo casi lo matamos del susto.

¿Qué pasa?

 Ay, hijo, que hay una niña en mi cuarto que nos habla.

¡Mamá, por favor! ¿cómo va a haber una niña en tu cuarto?

¡Que te digo que sí!, que lleva toda la noche llorando, tosiendo, y ahora me pide agua. Claro, la pobre va cogiendo confianza.

Voy a ir a ver, Mamá.

Vuelve y dice:

No hay nadie, si queréis os acompaño a dormir allí.

Nos metimos los 3 en la cama; nadie volvió a llorar, ni a toser ni a hablar. Vamos, lo típico para dejarte mal y que tu hijo piense que estás chiflada. Al final, nos dormimos.

A las 6 de la mañana oímos: Hola cariño, te traigo tu biberón.

¡Dios mío! No sólo tenemos a un bebé viviendo en nuestra habitación, tengo a toda la familia fantasmagórica aquí, han hecho la mudanza y se han venido con nosotros.

Encendemos la luz y empezamos a buscar, muertos de miedo, dónde podría estar la mamá que hablaba. Yo estaba a punto de infarto. En ese momento, mi hijo abre el cajón de mi cómoda y de allí saca un viejo intercomunicador de bebés que, seguramente, por accidente se había encendido y estaba cogiendo la frecuencia de mi vecina.

Ahora me da hasta pena no tener a la familia fantasmagórica en casa. Ya les estaba cogiendo cariño.

Posted on 24/01/2016 Home, Vamos a pingüinear/Penguin... 0 1467

Leave a CommentLeave a Reply

You must be logged in to post a comment.

Buscar

Categorías

Anterior
Siguiente
El miedo - Saco Pingüino. Pijamas para dormir calentitos toda la noche. Blog js_def
El miedo

El miedo

¿Sabéis cual es esa sensación en medio de la noche cuando aún no has tenido que levantarte a dar agua, leche o biberón a tus hijos y estás medio despierta porque ya la costumbre te hace dormitar a duermevela?

 

Pues en ese punto estaba yo cuando, de repente, oigo llorar a mi hija.

Me levanto y voy al cuarto de la peque a ver qué le pasa. Está dormida como un tronco.

Vuelvo a acostarme y a la media hora la oigo toser. Me levanto de nuevo y voy a ver a la pequeña: sigue dormida. La mediana duerme plácidamente en su litera, y el mayor no ha tosido, estoy segura.

De vuelta en la cama, pienso: ¡Qué raro! Debo estar tan dormida que la oigo en sueños, pero ya me quedo mosqueada, porque cuando Cari está de viaje, me suelen pasar estas cosas.

Me vuelvo a dormir, vuelven a llorar, me vuelvo a despertar, me vuelvo a levantar. Voy y no hay nadie llorando. Ya me entra un miedo que me quedo paralizada en el cuarto de las niñas y cogida a las literas, me pongo a llorar.

Subo corriendo a la cama de mi hija mediana y le digo:

Despiértate que tengo miedo.

Me mira y, sin decir nada, me coge la cabeza, me la apoya en su hombro y me dice: Chssss, no pasa nada, solo era una pesadilla.

Tienes razón, cariño -le dije- Es una pesadilla. ¿Te vienes conmigo a mi cama y así dormimos mas cómodas?

Sí, Mami, claro que sí.

Nos dormimos las dos abrazaditas dándonos ánimos la una a la otra cuando, de repente, oímos: Mami… dame agua.

¡Aaahhhhhhh! Nos pusimos a chillar como dos locas.

Del rincón de mi cuarto salía una voz de niña que pedía agua… ¡Socorro, esta casa está poseída!

Salimos chillando, moviendo los brazos tipo molinillo como locas, no echamos a volar de puro milagro. Nos metimos en el cuarto de mi hijo, ni Carl Lewis hace los 10 metros pasillo en menos tiempo.

Nos metimos en su cama de un salto y a mi pobre hijo casi lo matamos del susto.

¿Qué pasa?

 Ay, hijo, que hay una niña en mi cuarto que nos habla.

¡Mamá, por favor! ¿cómo va a haber una niña en tu cuarto?

¡Que te digo que sí!, que lleva toda la noche llorando, tosiendo, y ahora me pide agua. Claro, la pobre va cogiendo confianza.

Voy a ir a ver, Mamá.

Vuelve y dice:

No hay nadie, si queréis os acompaño a dormir allí.

Nos metimos los 3 en la cama; nadie volvió a llorar, ni a toser ni a hablar. Vamos, lo típico para dejarte mal y que tu hijo piense que estás chiflada. Al final, nos dormimos.

A las 6 de la mañana oímos: Hola cariño, te traigo tu biberón.

¡Dios mío! No sólo tenemos a un bebé viviendo en nuestra habitación, tengo a toda la familia fantasmagórica aquí, han hecho la mudanza y se han venido con nosotros.

Encendemos la luz y empezamos a buscar, muertos de miedo, dónde podría estar la mamá que hablaba. Yo estaba a punto de infarto. En ese momento, mi hijo abre el cajón de mi cómoda y de allí saca un viejo intercomunicador de bebés que, seguramente, por accidente se había encendido y estaba cogiendo la frecuencia de mi vecina.

Ahora me da hasta pena no tener a la familia fantasmagórica en casa. Ya les estaba cogiendo cariño.

Posted on 24/01/2016 Home, Vamos a pingüinear/Penguin... 0 1467

Leave a CommentLeave a Reply

You must be logged in to post a comment.

Buscar

Categorías

Anterior
Siguiente