Me acaba de llamar la directora del colegio.

Me ha pedido que, por favor, acuda al centro inmediatamente ya que mi hijo mayor ha sido visto por los profesores infringiendo no sé qué norma del colegio.

Se me ha helado la sangre, me he quedado de una pieza, ¿qué habrá hecho?

Voy para allá que no corro, vuelo. Llego al despacho de la directora y allí están, la coordinadora de primaria, el subdirector del colegio y la Directora. Y pienso para mis adentros: Jolín, tenía que haberme traído a mi abogado, porque aquí somos 3 contra 1.

Me piden que me siente y, menos mal, porque me tiemblan las piernas que casi no puedo mantenerme en pie. Me sujeto las manos para que no se vea que me tiemblan. Me estoy esperando algo como que ha pegado o insultado a un niño. Si no, ¿por qué tanto alboroto?

Comienza a hablar la coordinadora. Debe ser la mujer que más despacio habla y que más rodeos da de la provincia. Se me va la olla a la tercera frase y empiezo a pensar: ¿Dónde estará mi hijo? ¿Lo tendrán castigado en las mazmorras del colegio? Me lo imagino atado con un grillete en los pies. ¡Pobre mío!

Vuelvo a conectar a ver si me entero de algo, y está comentando que hoy han salido de excursión y que mi hijo estaba vendiendo cosas en el autobús a los otros niños de su clase y del grupo A.

Casi me da un pasmo. ¡Tengo un estraperlista en casa! ¡Tony Soprano en versión metro veinte!

Sigue hablando: Le hemos requisado la recaudación de lo vendido. 81 euros.

Pienso: Dios, pero ¿qué está vendiendo este niño que ha conseguido 81 euros?

A ver, no me voy a poner en lo peor, igual está vendiendo los videojuegos, o los muñequitos de Skylanders. Por favor, Dios mío, que sea algo así. Te prometo que no me como ni una Oreo más en un año…

Como usted comprenderá, no podemos admitir un comportamiento así en el colegio.

De repente, exploto y de manera descontrolada grito: Pero, vamos a ver si me entero ya de lo que ha vendido el niño, que lleva usted 10 minutos para decirlo.

Pues el niño estaba vendido Chupa Chups en el autobús.

Me quedo ojiplática, y le digo: ¿Usted es consciente de que me ha hecho abandonar una reunión en la que he dejado a mi jefa con la palabra en la boca para contarme que el niño está vendiendo Chupa Chups en el autobús?

Tiene Usted que entender que esta es una conducta inadmisible por parte del colegio.

Y yo le pregunto: ¿Me puede explicar cómo ha hecho mi hijo para conseguir recaudar 80 euros con los 20 chupa Chups que le había dado yo para repartir entre sus compañeros?

Y me contesta la directora: Mejor que entre el niño y se lo explique.

Entra mi hijo con una cara que es un poema. Me pregunto internamente: ¿Lo habrán interrogado con malos métodos?

Así que, lo primero que le digo es: ¿Cómo estás, hijo?

Mirada al cielo de la directora en plan: ¡Vaya! Otra madre permisiva. Así nos va…

A ver, explícame cómo has hecho para conseguir 81 euros

Pues mira, Mamá, yo tenía 20 Chupa Chus. Como me quiero comprar el juego de Starwars para la Play 4 y no quiero que lo paguéis vosotros todo, pensé que si le vendía a mis amigos los Chupa Chus por 2,5 euros cada uno conseguiría 50 euros. Pero como nos juntaron a las dos clases, no tenía Chupa Chus para todos, así que cuando me quedaban 10 decidí subir el precio a 4 euros y el último los subasté entre 4 amigos míos y se lo quedaron 2 a 12 euros cada uno.

Yo siento que empiezo a hincharme de orgullo como un pollo; no sólo tiene unas dotes tremendas para los negocios y para la organización de la venta, sino que con 8 años entiende la ley de la oferta y la demanda y es capaz de llevarla a cabo.

Me levanto y le digo a mi hijo delante de los tres individuos: Estás expulsado un día. Hala, vamos que te invito a merendar y al cine que te lo has ganado.

Y así es como he dejado de comer Oreos por un año.

Me acaba de llamar la directora del colegio.

Me ha pedido que, por favor, acuda al centro inmediatamente ya que mi hijo mayor ha sido visto por los profesores infringiendo no sé qué norma del colegio.

Se me ha helado la sangre, me he quedado de una pieza, ¿qué habrá hecho?

Voy para allá que no corro, vuelo. Llego al despacho de la directora y allí están, la coordinadora de primaria, el subdirector del colegio y la Directora. Y pienso para mis adentros: Jolín, tenía que haberme traído a mi abogado, porque aquí somos 3 contra 1.

Me piden que me siente y, menos mal, porque me tiemblan las piernas que casi no puedo mantenerme en pie. Me sujeto las manos para que no se vea que me tiemblan. Me estoy esperando algo como que ha pegado o insultado a un niño. Si no, ¿por qué tanto alboroto?

Comienza a hablar la coordinadora. Debe ser la mujer que más despacio habla y que más rodeos da de la provincia. Se me va la olla a la tercera frase y empiezo a pensar: ¿Dónde estará mi hijo? ¿Lo tendrán castigado en las mazmorras del colegio? Me lo imagino atado con un grillete en los pies. ¡Pobre mío!

Vuelvo a conectar a ver si me entero de algo, y está comentando que hoy han salido de excursión y que mi hijo estaba vendiendo cosas en el autobús a los otros niños de su clase y del grupo A.

Casi me da un pasmo. ¡Tengo un estraperlista en casa! ¡Tony Soprano en versión metro veinte!

Sigue hablando: Le hemos requisado la recaudación de lo vendido. 81 euros.

Pienso: Dios, pero ¿qué está vendiendo este niño que ha conseguido 81 euros?

A ver, no me voy a poner en lo peor, igual está vendiendo los videojuegos, o los muñequitos de Skylanders. Por favor, Dios mío, que sea algo así. Te prometo que no me como ni una Oreo más en un año…

Como usted comprenderá, no podemos admitir un comportamiento así en el colegio.

De repente, exploto y de manera descontrolada grito: Pero, vamos a ver si me entero ya de lo que ha vendido el niño, que lleva usted 10 minutos para decirlo.

Pues el niño estaba vendido Chupa Chups en el autobús.

Me quedo ojiplática, y le digo: ¿Usted es consciente de que me ha hecho abandonar una reunión en la que he dejado a mi jefa con la palabra en la boca para contarme que el niño está vendiendo Chupa Chups en el autobús?

Tiene Usted que entender que esta es una conducta inadmisible por parte del colegio.

Y yo le pregunto: ¿Me puede explicar cómo ha hecho mi hijo para conseguir recaudar 80 euros con los 20 chupa Chups que le había dado yo para repartir entre sus compañeros?

Y me contesta la directora: Mejor que entre el niño y se lo explique.

Entra mi hijo con una cara que es un poema. Me pregunto internamente: ¿Lo habrán interrogado con malos métodos?

Así que, lo primero que le digo es: ¿Cómo estás, hijo?

Mirada al cielo de la directora en plan: ¡Vaya! Otra madre permisiva. Así nos va…

A ver, explícame cómo has hecho para conseguir 81 euros

Pues mira, Mamá, yo tenía 20 Chupa Chus. Como me quiero comprar el juego de Starwars para la Play 4 y no quiero que lo paguéis vosotros todo, pensé que si le vendía a mis amigos los Chupa Chus por 2,5 euros cada uno conseguiría 50 euros. Pero como nos juntaron a las dos clases, no tenía Chupa Chus para todos, así que cuando me quedaban 10 decidí subir el precio a 4 euros y el último los subasté entre 4 amigos míos y se lo quedaron 2 a 12 euros cada uno.

Yo siento que empiezo a hincharme de orgullo como un pollo; no sólo tiene unas dotes tremendas para los negocios y para la organización de la venta, sino que con 8 años entiende la ley de la oferta y la demanda y es capaz de llevarla a cabo.

Me levanto y le digo a mi hijo delante de los tres individuos: Estás expulsado un día. Hala, vamos que te invito a merendar y al cine que te lo has ganado.

Y así es como he dejado de comer Oreos por un año.