NIÑOS SIN ESTEREOTIPOS
“Mamá, ¿por qué todo el mundo te dice lo guapa que es Rebeca?”.
Mi hijo de 5 años, Javi, me hizo esta pregunta hace un par de días mientras caminábamos por el aeropuerto de Hong Kong.
Desde que accedimos a la terminal, nos habían parado unas 20 veces. Algo totalmente normal cuando una familia occidental viaja en China con un bebé. A los chinos les encantan los niños. Todos los chinos continentales, independientemente de su edad, género o situación social, sienten especial predilección por los retoños. Y en mi caso es de agradecer, especialmente cuando viajo con tres hijos y las posibilidades de que se pongan a gritar a todo pulmón o armen alguna travesura se multiplican exponencialmente.
Si a la ecuación le añades un bebé occidental, no puedes evitar llamar la atención ya que los chinos continentales no están muy habituados a ver a niños occidentales.
“Es porque Rebeca es un bebé occidental y alguna de las personas que nos hemos cruzado en el aeropuerto nunca había visto un bebé blanco”, le dije a Javi.
“¿Qué es un bebé blanco, mamá?”. Rápidamente pensé cómo explicarle a mi hijo de 5 años lo que es la diversidad racial. Pensé que no tenía sentido hablarle de otra cosa que no fuera la apariencia física y que la única forma de que lo entendiera sería usando el ejemplo de sus compañeros de clase. Todos los niños, excepto él y su amigo Michael, son asiáticos.
“¿Ves que, de entre todos los niños de clase, te pareces más a Michael que al resto de tus compañeros?”, le pregunté pensando que iba a entenderlo inmediatamente.
“No mamá, no me parezco a Michael. Me parezco a Jamie, Paul y Rob”.
Jamie, Paul y Rob son asiáticos y, además, cada uno es de una parte diferente de Asia: India, Japón y China.
¿Cómo podría explicárselo? Javi me había dejado sin palabras pero, al mismo tiempo, me sentí feliz de tener un hijo que no conoce ni cree en los estereotipos.