Mi encantador marido ha ganado el premio al Papá Superviviente de este fin de semana. El pobre se ha quedado todo el día solo a cargo de los tres niños, después de no haber dormido más de 8 horas en total en los últimos tres días. Es un bendito.

¿Y dónde estaba yo? Bueno… mañana empieza la Hong Kong Baby Products Fair (feria de productos para bebés) y me he pasado allí todo el fin de semana, montando el stand y preparando los expositores de SacosPingüino. Acabo de llegar a casa, justo a tiempo para unos mimos de los peques y para las sobras de la cena. ¡Todos estaban sanos y salvos y parecía que se lo habían pasado genial!

Mucha gente me pregunta sobre las diferencias entre tener dos hijos y tener tres. En mi opinión, la diferencia es mucho mayor que cuando pasas de uno a dos. Para empezar, tienes que cambiar de estrategia y empezar a cubrir el área, en vez de cubrir al jugador. Me explico. Cuando teníamos dos hijos, era pan comido. Mi marido se hacía cargo de uno de los peques mientras que yo me encargaba de velar por el otro, alternando nuestras funciones de vigilancia instintivamente, sin mayor problema. Pero, ¿y cuándo son tres? En ese caso, el truco es cubrir el área. Uno de nosotros se encarga de los dos niños que están físicamente más cerca el uno del otro, y el otro tiene que cuidar al tercer hijo en cuestión. Cambiar de papel se complica bastante, especialmente en espacios públicos o cuando los niños están corriendo o jugando.

Pero hoy mi maravilloso marido ha salido el solo con los tres… algo que yo aún no domino. Las pocas ocasiones en las que lo he intentado, el nivel de estrés me sube hasta las nubes, igual que me sube el azúcar después de zamparme una caja bombones. Así que estoy muy, pero que muy impresionada con las aptitudes de mi marido.

Y hablando de todo un poco, acabo de recordar que ayer recibí desde Inglaterra una bonita caja de bombones que me envió un amigo. Prepararé algo de té, la abriré y la compartiré con mi marido… Quizás consiga que comparta conmigo su secreto 

Mi encantador marido ha ganado el premio al Papá Superviviente de este fin de semana. El pobre se ha quedado todo el día solo a cargo de los tres niños, después de no haber dormido más de 8 horas en total en los últimos tres días. Es un bendito.

¿Y dónde estaba yo? Bueno… mañana empieza la Hong Kong Baby Products Fair (feria de productos para bebés) y me he pasado allí todo el fin de semana, montando el stand y preparando los expositores de SacosPingüino. Acabo de llegar a casa, justo a tiempo para unos mimos de los peques y para las sobras de la cena. ¡Todos estaban sanos y salvos y parecía que se lo habían pasado genial!

Mucha gente me pregunta sobre las diferencias entre tener dos hijos y tener tres. En mi opinión, la diferencia es mucho mayor que cuando pasas de uno a dos. Para empezar, tienes que cambiar de estrategia y empezar a cubrir el área, en vez de cubrir al jugador. Me explico. Cuando teníamos dos hijos, era pan comido. Mi marido se hacía cargo de uno de los peques mientras que yo me encargaba de velar por el otro, alternando nuestras funciones de vigilancia instintivamente, sin mayor problema. Pero, ¿y cuándo son tres? En ese caso, el truco es cubrir el área. Uno de nosotros se encarga de los dos niños que están físicamente más cerca el uno del otro, y el otro tiene que cuidar al tercer hijo en cuestión. Cambiar de papel se complica bastante, especialmente en espacios públicos o cuando los niños están corriendo o jugando.

Pero hoy mi maravilloso marido ha salido el solo con los tres… algo que yo aún no domino. Las pocas ocasiones en las que lo he intentado, el nivel de estrés me sube hasta las nubes, igual que me sube el azúcar después de zamparme una caja bombones. Así que estoy muy, pero que muy impresionada con las aptitudes de mi marido.

Y hablando de todo un poco, acabo de recordar que ayer recibí desde Inglaterra una bonita caja de bombones que me envió un amigo. Prepararé algo de té, la abriré y la compartiré con mi marido… Quizás consiga que comparta conmigo su secreto