HALLOWEEN, BLANCANIEVES Y SACOSPINGÜINO

HALLOWEEN, BLANCANIEVES Y SACOSPINGÜINO

La semana pasada fue Halloween y en el cole de mis hijos siempre lo celebran con una gran fiesta. Animan a los padres a disfrazarse y asistir al centro, para disfrutar del día con los niños.

Unos días antes de la fiesta, le pregunté a Javi de qué quería que me disfrazara. “De princesa mami, quiero que seas una princesa.” ¡Estupenda idea!, pensé.

Cuando era niña, nunca me vestí de princesa. Prefería disfrazarme de hippy, bruja, azafata o cocinera. Ni siquiera mi vestido de novia fue de ese tipo. Nunca lo había hecho pero, con 44 años, pensé que había llegado el momento de ser princesa por un día ;)

Ahora tenía que encontrar un disfraz para una mujer de casi 70 kilos, en un país donde el peso medio es de unos 50 kilos. No fue nada fácil. Ni Elsas ni Cenicientas de mi talla, pero encontré un vestido de Blancanieves en el que conseguí meterme. Tenía la parte superior elástica pero me apretaba tanto que la costura de la cintura me quedaba justo debajo del pecho. Sin embargo, en esta ocasión nada iba a impedirme ser princesa por un día. Me metí en el disfraz como buenamente pude, me puse un gran lazo rojo en el pelo y me subí en el coche para ir al colegio.

Cuando llegué al centro, justo a tiempo para unirme al desfile, me encontré con una de las compañeras de clase de mi hijo, que lloraba desconsolada. “Hola Annie,  ¿por qué lloras?”. “Porque mi mamá se olvidó de que hoy era Halloween y no tengo disfraz”. ¡Pobrecita! De pronto recordé que tenía un SacoPingüino de Mariquita en el coche. Miré el reloj. Faltaban cinco minutos para que empezara el desfile. El coche, a unos 150 metros de distancia. Todavía tengo tiempo, pensé.

“Annie, espera aquí, voy a conseguirte un disfraz”. Crucé la calle corriendo para llegar al aparcamiento, un coche casi me atropella, cogí el saco de Mariquita, volví al colegio, encontré a la profe de Annie, dio el visto bueno a mi idea y regresé corriendo al punto de inicio del desfile. Para entonces, bajo el vestido de poliéster de Blancanieves, estaba sudando como un pollo y pensé que la próxima vez que me vistiera de princesa, me aseguraría de comprar un vestido de algodón.

El desfile fue genial y la fiesta lo fue aún más ;)

Terminada la fiesta, me encontré con otra mamá a la salida del colegio. “Hola Lourdes, ¡cómo corrías esta mañana! Parecías una atleta,  si no fuera por tu gran barriga de embarazada y porque estás a punto de dar a luz”.

“En realidad, ¡di a luz hace siete semanas!”, le dije.

Después de aquello me metí en el coche, sin poder dejar de pensar que tal vez era el momento de ponerme a dieta y hacer algo de ejercicio.

Sólo tengo que encontrar la fuerza de voluntad para empezar.

Posted on 31/10/2013 Home, Vamos a pingüinear/Penguin... 0 1390

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La semana pasada fue Halloween y en el cole de mis hijos siempre lo celebran con una gran fiesta. Animan a los padres a disfrazarse y asistir al centro, para disfrutar del día con los niños.

Unos días antes de la fiesta, le pregunté a Javi de qué quería que me disfrazara. “De princesa mami, quiero que seas una princesa.” ¡Estupenda idea!, pensé.

Cuando era niña, nunca me vestí de princesa. Prefería disfrazarme de hippy, bruja, azafata o cocinera. Ni siquiera mi vestido de novia fue de ese tipo. Nunca lo había hecho pero, con 44 años, pensé que había llegado el momento de ser princesa por un día ;)

Ahora tenía que encontrar un disfraz para una mujer de casi 70 kilos, en un país donde el peso medio es de unos 50 kilos. No fue nada fácil. Ni Elsas ni Cenicientas de mi talla, pero encontré un vestido de Blancanieves en el que conseguí meterme. Tenía la parte superior elástica pero me apretaba tanto que la costura de la cintura me quedaba justo debajo del pecho. Sin embargo, en esta ocasión nada iba a impedirme ser princesa por un día. Me metí en el disfraz como buenamente pude, me puse un gran lazo rojo en el pelo y me subí en el coche para ir al colegio.

Cuando llegué al centro, justo a tiempo para unirme al desfile, me encontré con una de las compañeras de clase de mi hijo, que lloraba desconsolada. “Hola Annie,  ¿por qué lloras?”. “Porque mi mamá se olvidó de que hoy era Halloween y no tengo disfraz”. ¡Pobrecita! De pronto recordé que tenía un SacoPingüino de Mariquita en el coche. Miré el reloj. Faltaban cinco minutos para que empezara el desfile. El coche, a unos 150 metros de distancia. Todavía tengo tiempo, pensé.

“Annie, espera aquí, voy a conseguirte un disfraz”. Crucé la calle corriendo para llegar al aparcamiento, un coche casi me atropella, cogí el saco de Mariquita, volví al colegio, encontré a la profe de Annie, dio el visto bueno a mi idea y regresé corriendo al punto de inicio del desfile. Para entonces, bajo el vestido de poliéster de Blancanieves, estaba sudando como un pollo y pensé que la próxima vez que me vistiera de princesa, me aseguraría de comprar un vestido de algodón.

El desfile fue genial y la fiesta lo fue aún más ;)

Terminada la fiesta, me encontré con otra mamá a la salida del colegio. “Hola Lourdes, ¡cómo corrías esta mañana! Parecías una atleta,  si no fuera por tu gran barriga de embarazada y porque estás a punto de dar a luz”.

“En realidad, ¡di a luz hace siete semanas!”, le dije.

Después de aquello me metí en el coche, sin poder dejar de pensar que tal vez era el momento de ponerme a dieta y hacer algo de ejercicio.

Sólo tengo que encontrar la fuerza de voluntad para empezar.

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